SEVENTH SOJOURN (1972)
1) Lost in a Lost World 2) New Horizons 3) For My Lady 4) Isn't Life Strange 5) You and Me 6) The land of Make-Believe 7) When You're a Free Man 8) I'm Just a Singer (in a Rock and Roll Band)
Así es, el séptimo álbum de la formación "clásica" de los Moodies y el cierre de la época dorada formada por el conjunto de discos conocidos como "Core Seven". Después de SS (es decir, por supuesto Seventh Sojourn; no confundir con scort service u otras cosas) el grupo dejaría de grabar como tal por seis años para resurgir de forma un tanto dudosa en los ochenta con el abandono de un miembro clave.
Pero estamos hablando de Sojourn. ¿Qué tal está el último álbum "clásico"?
Si reconocemos algo tal como la fórmula "Moodie" para hacer un álbum, SS lo cumple al pie de la letra. Por supuesto, seguir la misma fórmula establecida desde DOFP no fue lo más atinado desde el punto de vista artístico, mucho menos cuando dicha fórmula fue perfeccionada tres años atrás. Dicho de otra forma, el pozo creativo se estaba agotando...
...¡no huyan aún! Falta aclarar que no es del todo malo seguirla, sobre todo si resultó ser probada. El mayor problema es que ya no era tan novedosa; aún así, este álbum contiene algunas piezas dignas de aparecer entre lo mejor de la agrupación inglesa.
"Lost in a Lost World", a pesar del título y la clara sensación depresiva, es un gran comienzo. Para este punto, Pinder comenzó a utilizar un instrumento similar al mellotron llamado Chamberlin. Como sea, "Lost" muestra una vez más el talento atmosférico-melódico de Pinder, quien seguía contribuyendo con buenas canciones. Desde el "fade in" de la pieza, donde aparece el sonido orquestal para después seguir con la voz de Mike y un buen trabajo en la guitarra de Hayward. Por cierto, Hayward contribuye tal vez con la mejor canción del álbum, "New Horizons", otra balada característica del autor de "Satin", con una sensación catártica el el coro. Es interesante como, después de "Lost", "New Horizons" comienza de manera casi tímida, como si no quisiera sacudirnos y en el coro ¡bang!
Para cerrar el lado uno, Thomas y Lodge compusieron "For my Lady" y "Isn't Life Strange". La segunda se convirtió en un clásico del repertorio en vivo y es claro por qué: es una canción pomposa, que pasa de un verso tranquilo a uno bombástico; tal vez sea la canción "Moody" que más se acerque a la sensación de "arena-rock". La primera es otra composición de Thomas, con la flauta como instrumento central, muy en la vena de "And the Tide Rushes In" del A Question of Balance. Muy buena primera mitad.
El segundo, por desgracia, es una pequeña decepción pues hay tres canciones que, por alguna razón, no dejan una marca tan permanente en el escucha. Sólo hasta "I'm Just a Singer" la emoción (claro, emoción "Moody"; no estamos hablando de hard rock) regresa con uno de los mejores intentos de la banda en hacer algo verdaderamente rocanrolero. El sonido de metales (provenientes del Chamberlin, por cierto) añade un bien toque de energía que tanto requería la parte final, casi como si de repente quisieran imitar (moderadamente) a Chicago.
En fin, buen álbum, aunque tal vez la compra menos esencial de esta época de la banda. ¿Por qué, se preguntarán? Pues, a una pregunta sencilla una respuesta sencilla: porque todo aquí lo hemos escuchado antes y mejor. De alguna forma, muchas canciones aquí contenidas parecen copias al carbón de tracks anteriores. "For my Lady"="And the Tide Rushes In". "I'm Just a Singer"="Ride my See-Saw". Evidentemente, un octavo álbum no era posible, cuando menos bajo la misma fórmula. Habían topado con un callejón.
Hasta Octave seis años después, con nuevas ideas (no necesariamente mejores) y un sonido "fresco".