Recuerdo la primera vez que escuché a este grupo (sí, sé que
es poco adecuado hablar en primera persona al hacer críticas, pero esta entrada
lo merece). Hasta ese momento, fue una experiencia única: fue una de las
primeras veces que un álbum (Cure for
Pain) me engancha desde la primera escucha. Ese sonido, altamente melódico,
roquero pero sin una guitarra a millas de distancia era algo completamente
refrescante. Claro, después experimenté lo mismo con otros grupos, pero como
siempre, la primera vez rara vez se olvida.
Esta introducción a título personal, es para comenzar a
hablar de Morphine, una de los mejores grupos de los noventa. Ahora bien, tal
vez muchos de ustedes no recuerden a este grupo y puede haber una razón muy
importante para ello: la poca exposición que tuvo en los medios masivos. Por
supuesto, parece una razón ilógica y que suena como pretexto, pero hay en gran
parte es cierta. Verán, aquellos que recuerden la década de los noventa,
recordarán las tendencias que surgieron, llegaron al cenit y murieron en esos
diez años. Grunge, con exponentes como Nirvana; el renacimiento del britpop, en
manos de Oasis y Blur; el boom de la música electrónica, con Prodigy; la
llegada del rap y hip hop al gusto popular, y el trip hop, en manos de Massive Attack y Tricky. Entre todos
ellos, fue difícil para Morphine encontrar una audiencia masiva.
Pero no fue por falta de talento, al contrario, el grupo
tenía mucho. La gran desventaja que tenía el trío era que decidieron apegarse a
formas musicales…si bien no pueden decirse “convencionales”, si pueden llamarse
“retro”. Boogie, rock, blues y jazz
se amalgamaban en composiciones compactas (pocas canciones del grupo rebasan
los cinco minutos) y llenas de ganchos melódicos memorables. En el catálogo del
grupo, no había nada realmente “novedoso” en comparación a lo que ocurría en el
mundo; ningún uso extraordinario de técnicas de producción o de instrumentos
nuevos, nada de sintetizadores. Pero esto sólo sirve para resaltar la
genialidad del grupo, ya que es muy difícil hacer discos memorables con un
arsenal tan limitado (el bajo de Mark
Sandman, el saxofón de Dana Colley
y la batería de Jerome Deupree, y
después, de Billy Conway). Como dije
al inicio, la banda sabía roquear, sin necesidad de usar guitarra eléctrica.
Este arsenal limitado al que me refiero tenía un efecto
negativo y ese fue que la mayoría de los discos de Morphine suenan muy
similares entre sí. Cuando el grupo comenzó a incluir variaciones estilísticas
y mayor diversidad de instrumentos, el destino dictaminó el fin de la historia,
en una noche fatídica, cuando Mark Sandman se desplomó en pleno concierto, para
fallecer esa misma velada. Sin embargo, todos sus LP duran menos de una hora,
lo que ayuda a que este problema sea menos notorio. Y ello también ayuda a que
el grupo editara discos breves pero contundentes, en los que las canciones
tienen un alto impacto emocional y muchos coros memorables. Extrañamente,
varios sencillos de Morphine tenían potencial para volverse en éxito; por qué
no lo lograron es un misterio que no logro comprender.
Sin embargo, la verdadera genialidad del grupo, y me
atrevería decir que fue gracias a Sandman, fue la creación de un sonido oscuro,
pero nunca negativo. Alguna vez leí una reseña en la que decía que, si bien la
música del grupo estaba basada en los aspectos negativos de la vida y muchas
canciones tienen esa atmósfera “noir”, por decirlo así. En realidad, Morphine
no escribió canciones “dark” o música deprimente; básicamente, el mensaje de
Sandman (quien también tenía un gran talento para escribir letras) era “sí, la
vida puede apestar, pero a pesar de todo, hay que continua”, lo cual, al menos,
lo distancia de la atmósfera de grupos como The Cure o Joy Division. El mismo
grupo tenía un mote para su música: low
rock. Y sí, exactamente así se siente.
Y no dudo en decir que Sandman fue el alma y el cerebro y el
corazón de la banda. Claro, el saxofón de Dana Colley también es importante,
pero vayamos a las evidencias: los proyectos posteriores a la muerte de Sandman
(como los Twinemen), pueden contener ideas interesantes en cuanto a la textura
de la música; sin embargo, con Sandman, también murieron las melodías
memorables, las letras interesantes y la interpretación vocal llena de
sentimiento.
Así que, para preservar la obra y legado del grupo creador,
el único y mejor exponente de ese low
rock, yo recomendaría ampliamente adquirir la discografía completa de
Morphine. Hace algunos años era una tarea casi imposible encontrar sus álbumes
en formato CD, pero las discográficas tuvieron el tino de no descontinuar ni
descatalogar esos LP; es más, incluso algunos de sus discos son fáciles de
conseguir sin necesidad de pedirlos “de importación”, a precios relativamente
accesibles. Denle una oportunidad a Morphine, ya que difícilmente
se arrepentirán.
Discografía
1992: Good
1993: Cure for Pain
1995: Yes
1997: Like Swimming
2000: The Night