miércoles, 26 de julio de 2017

Reseña: King Crimson en el Teatro Metropólitan, Ciudad de México, 14 de julio de 2017

El viernes 14 de julio de 2017 fue la primera (y, hasta el momento) única vez que asisto a un concierto de King Crimson. Y debo decir que ha sido uno de los mejores conciertos a lo que he asistido en tiempos recientes. Sí, sé que esta afirmación puede parecer digna de un fan from hell, pero no es una afirmación banal, considerando que una buena parte de las canciones interpretadas ese día (alrededor de una tercera parte del setlist) NO son de mi total agrado. Rayos, hasta diría que esas canciones son totalmente aburridas. Pero, ¿por qué este concierto fue tan brillante?

Antes: La cuestión de Fallen Angel y la banda

El inicio de esta gira, que inició en Estados Unidos en junio, marcó un hito dentro de la historia del grupo de Míster Fripp. Algo que sólo aquellos que han seguido la historia de la banda de manera fiel, se pudieron dar cuenta: es la primera gira en la que se incluye, dentro del setlist, la canción “Fallen Angel”. Una de las mejores canciones del periodo de John Wetton (recientemente fallecido) hizo su debut, después de 34 años de haber sido grabada. Una de las canciones favoritas personales de quien esto escribe, la sola idea de saber que esa canción podía ser tocada, era algo ya digno de mencionarse y que intensificaron mi emoción previa.

Sin embargo, durante las primeras fechas de la gira del 2017, la canción entraba y salía del setlist. Tal vez las primeras interpretaciones no dejaron satisfecho a Fripp, pero el hecho es que “Fallen Angel” podía omitirse en los conciertos de la Ciudad de México. Y esa posibilidad, ¡era terrible! ¿Cómo? ¿Cambiar “Fallen Angel” por un jam atonal o una de esas canciones aburridas, que Fripp atesorar en la actualidad? ¡Pfff!

Pero bueno, ese viernes llegó y el misterio de “Fallen Angel” se resolvería antes de que terminara la noche.

Como es usual en conciertos de grupos “dinosaurio” de rock progresivo, la banda de la audiencia era variopinta pero todos comparten el gusto por este subgénero del rock. Desde señores y señoras de más de 60 años que conocieron al grupo en sus días de juventud, hasta la chaviza que trae en su iPod el clásico In the Court of the Crimson King. La venta de memorabilia no oficial, afuera del Teatro Metropólitan, también es digna de mención. Los omnipresentes vendedores del Chopo ofrecían sus productos selectos, como discos de rock progresivo de todos colores, sabores y nacionalidades, bootlegs, devedés y playeras. Mención especial merecen los discos “grabados y serigrafiados” de gran parte del catálogo de Discipline Global Mobile. Mención ultra especial merecen las ediciones bucaneras de esos impresionantes boxsets de los discos de In the Court of the Crimson King, Larks’ Tongues in Aspic y The Road to Red. Por menos de $1,500 pesos, se podían adquirir cerca de 60 discos, con todas las versiones habidas y por haber de “Epitaph”, “Red” y “Larks’ Tongues in Aspic”. Es extraño que el mismo Fripp no haya salido a reclamar su moche a los vendedores apócrifos.

Esa clásica expresión cuando sabes que esos piratas van a necesitar quemadores nuevos para el  próximo boxset con 300 discos. 

Volviendo a la audiencia, fue uno de esos recitales en los que muchos de los asistentes se conocen entre sí, porque todos forman parte del círculo de fanáticos del rock progresivo en México. Playeras de Il Balleto Di Bronzo, Van der Graaf Generator, Genesis, Porcupine Tree (and, of course, Steven Wilson), Le Orme, Jethro Tull, Tool, Alan Parsons, David Bowie (con quien Robert Fripp colaboró en varias ocasiones) y demás bandas similares fueron desempolvadas para la ocasión. Saludos, abrazos fraternales y reuniones de viejos amigos se veían en cada esquina del teatro.

Acerca de la controversia causada por la política estricta, impuesta por el mismísimo Mr. Fripp, de “no fotografías dentro del teatro”, creo que muchos exageraron el asunto. Ante el anuncio previo, en español y en inglés (grabado por Fripp, en donde nos pidió “guardar esos maravillosos dispositivos electrónicos”), era común escuchar a varios asistentes decir “¡mamones!” y demás frases similares, pertenecientes a la jerga mexicana. Muchos otros tomaron acción y comenzaron a En primer lugar, King Crimson impuso esa norma desde los noventa, al menos, cuando todavía era poco común contar con equipos portátiles de grabación de cualquier tipo. Y, en segundo lugar, por muy esnob que parezca, en esta ocasión estoy del lado de Fripp. Con el auge de la tecnología móvil, con dispositivos que nos permiten grabar todo, en todo momento, parece que asistimos a los conciertos únicamente a grabar lo que sucede, en lugar de…vivirlo. Claro, es emocionante tener una evidencia de que asistimos a ver a nuestro grupo/artista favorito, pero no debe sustituir la experiencia de vivirlo y poner atención en todo momento, con todos nuestros sentidos. Siempre recordaré una frase que dijo una fanática, quien vino a la Ciudad de México desde Perú para ver a El Jefe Springsteen en 2012: 

"Esta es mi expresión de molestia cuando sacas fotos".
“¿Para qué grabo lo que pasa en el concierto? A Bruce, ya lo he visto muchas veces en video. Vine aquí a verlo con mis propios ojos”.

Y así, con discusiones entre el equipo de seguridad y los “fotógrafos amateurs” aferrados, el concierto dio inicio.

Durante: El profe Fripp

Al lado mío, un par de asistentes (quienes parecían haber llegado directo de la oficina, con look Godínez de alto nivel” (sí, incluso entre los Godínez hay estratos) comenzaron a hablar acerca del atuendo de la banda. Cada uno de los músicos salió a escena vestido de traje y chaleco, de manera muy formal. Los Godínez dijeron que míster Fripp parece más un profesor universitario que un músico de rock. Y tienen razón. Incluso dicha definición va más allá, pues Fripp ha dado clases magistrales de guitarra en nuestro país.

Pero más allá del atuendo, lo sobresaliente es la forma en la que interactúa la banda. Los ocho músicos son ultra profesionales (Robert Fripp, líder y guitarra; Mel Collins, saxofón, flautas y demás: Tony Levin; Pat Mastelotto, batería; Gavin Harrison, batería; Jakko Jakszyk, voz y guitarra; Jeremy Stacey, batería; Bill Rieflin, teclados) e interpretaron composiciones de casi (en un momento hablaremos de esto más a detalle) toda las etapas del Rey Carmesí.

En cuanto a las interpretaciones puntuales, pueden darse una idea si escuchan el disco triple Radical Action To Unseat the Hold of Monkey Mindsic!). Salvo algunos cambios en el setlist, los arreglos son similares. Por ello, procederé a mencionar algunos puntos particulares:
  • El uso de tres baterías es impresionante. Al menos, de forma visual, es realmente maravilloso ver cómo cada baterista toca una parte diferente. Sin embargo, a menos que se ponga mucha atención, pocas son las composiciones que se benefician de este hecho. Una de ellas es “Red”, la cual adquiere un ritmo diferente al arreglo clásico y, por lo mismo, toma un punch extra.
  • “Lizard”, “Islands”,” The Letters” y “Sailor’s Tale” no me causaron mucha emoción. No sé por qué Fripp le tomó tanto cariño a esta etapa particular de King Crimson en años recientes. Claro, las interpretaciones fueron impecables, como todas, pero son de esos temas en los que la forma superaba a la sustancia. Por ejemplo, “Starless” también es un tema pretencioso y bombástico, pero tiene una gran melodía y un gran crescendo. Estos temas, no. Ni en su versión en estudio me parecían interesantes y en vivo no cambió esa impresión.
  • La voz de Jakko. Tiene dos cosas, una buena y una mala. La mala es que no está al nivel de Lake o Wetton o Belew (aunque, siendo justos, Crimson ha tenido excelentes vocalistas, los cuales son difíciles de igualar). La buena es que NO intenta emular a Lake, Wetton o Belew. Algunas composiciones sufren un poco por la voz de Jakszyk (por ejemplo, “Indiscipline”; sólo Belew lograba dar esa interpretación el toque justo de “paranoia”). Pero, en general, es un buen y, en ocasiones, gran vocalista. En especial, su voz se adecuó muy bien a la versión de “Heroes”.
  • Esta no sería una reseña si no mencionara lo que todo mundo mencionó: Mel Collins incluyó un breve fragmento del Himno Nacional Mexicano en la primera pieza, “Larks’ Tongues In Aspic” (en cada país que visita, incluye un fragmento de su himno nacional). Listo. Prosigamos.
  • Sé que mucha de la música de King Crimson en compleja, pero los temas que se incluyeron en el setlist de esta gira no parecen requerir de un Tony Levin en el bajo, quien, a mi modo de ver, está un poco subutilizado.
  • La etapa de los ochenta (Discipline, Beat y Three of a Perfect Pair) está criminalmente subrepresentada. Sólo “Neurotica” y “Indiscipline” se colaron. Sí, tal vez ese material sea muy “pop”, “ligero” y “luminoso” para el combo actual (el cual se centra en tocar muchos temas más oscuros y complejos) pero no dejan de ser parte de la historia del grupo. Como si Fripp intentara borrarlos. Bueno, pues c’est la vie.
  • Otro espectáculo visual es ver a Fripp, tocando esos riffs metálicos, sentado y con expresiones mínimas en su rostro. Sí, así siempre aparece en los videos de la banda, pero verlo es algo en verdad increíble. Profesionalismo y concentración puros.
  • Ya que estamos en temas extra-musicales, ¿qué onda con Bill Rieflin? Ahora, en la posición de tecladista, el maravilloso baterista (quien formó parte de Ministry en sus “años dorados”), su función, después de regresar a Crimson, es casi imperceptible. Y, ¿era sólo mi impresión o tenía cara como de estar enojado o aburrido?
  • Tal vez "Easy Money" sea la canción más representativa del grupo en la actualidad. ¿Por qué? ¡Por los precios de su mercancía oficial! $400 pesos por una playera, $900 por el set de discos...no cabe duda que ese Fripp tiene visión. 
"Estoy feliz".


Después: Rock progresivo vs el mundo

El año pasado asistí al concierto de The Who en la Ciudad de México. El enfoque no puede ser más distinto. El mismo Pete Townshend ha comentado en diferentes ocasiones que los conciertos “son formas en las que se congrega la gente”. Y se nota en el concierto y en cómo lo desarrolla, cómo toca la guitarra y cómo interactúa con el público. Al final, para Townshend, la música es una forma de catarsis, un vehículo para externar sus pensamientos y sentimientos. Una forma de comunicarte con el otro.

Fripp, por otro lado, demanda que pongas atención a la música. Que escuches y entiendas cada nota de cada tema. Para él, la música es el fin. La música, por sí misma, debe causarte Este enfoque es diametralmente opuesto y se nota hasta en la forma en cómo conduce el concierto. Nula interacción, sin comentarios entre canciones, nada de lo que es usual en conciertos de música rock. Es decir, todo lo que era motivo de queja de la prensa especializada cuando surgió este subgénero: nada de sentimientos, puras pretensiones, puro intelecto.

Y, antes de que me acusen de quejarme por la forma en la que Fripp conduce sus conciertos, quiero decirles que no, no es queja. Al contrario, aplaudo y doy la bienvenida a este tipo de conciertos, un tanto distantes y super duper profesionales. ¿Por qué? Por una razón muy sencilla: el rock, al menos en algún tiempo, acogía todo tipo de música, poses, opiniones, formas de ver el mundo. Esa noche de viernes, como ocurre en cada concierto, King Crimson nos mostró la forma en la que este grupo ve el mundo. Tan válida como la de Townshend o la de Joey Ramone o la de Morrissey o la de Depeche Mode o la de U2.

Y eso, queridos lectores, es lo mágico del rock.

Y sí, tocaron "Fallen Angel". BEST.CONCERT.EVER. 

Setlist:

Set 1:
Larks' Tongues in Aspic, Part One
Neurotica
Cirkus
Lizard
Hell Hounds of Krim
Red
Fallen Angel
Islands
Larks' Tongues in Aspic, Part Two

Set 2:
Indiscipline
The ConstruKction of Light
Banshee Legs Bell Hassle
Easy Money
Interlude
The Letters
Sailor's Tale
Meltdown
Radical Action II
Level Five
Starless

Encore:
The Court of the Crimson King
"Heroes"
21st Century Schizoid Man

martes, 25 de julio de 2017

Chicago: Chicago II


1. Movin' In; 2. The Road; 3. Poem For The People; 4. In The Country; 5. Wake Up Sunshine; 6. Make Me Smile; 7. So Much To Say, So Much To Give; 8. Anxiety's Moment; 9. West Virgina Fantasies; 10. Colour My World ; 11. To Be Free ; 12. Now More Than Ever; 13. Fancy Colours; 14. 25 Or 6 To 4; 15. Prelude; 16. A.M. Mourning; 17. P.M. Mourning; 18. Memories Of Love; It Better End Soon: 19. 1st Movement; 20. 2nd Movement; 21. 3rd Movement; 22. 4th Movement; 23. Where Do We Go From Here

El segundo disco de Chicago sigue, básicamente, la misma línea que el primero, salvo dos grandes excepciones. GRANDE excepciones, a decir verdad, porque para muchos este disco está por debajo del nivel del debut. Lo primero que hay que resaltar es la magnitude de este segundo álbum, ya que (al menos en su forma de LP), es doble, al igual que CTA. Esto significa que Chicago sigue en el modo “bombástico” y un tanto pretencioso. Incluso se contienen dos piezas divididas en movimientos. Pero veamos, ¿qué diferencias hay en este disco en comparación con el anterior?

Para empezar, este disco contiene una de las primeras baladas que grabó Chicago: la hipermegachoteada “Colour My World”. A pesar de que forma parte de la pieza conocida como “Ballet for a Girl in Buchannon”, esa sección se editó como sencillo y (¡oh Dios!) tuvo éxito. Para muchos, este fue un paso “mortal”, el momento en el que Chicago encontró un nicho en el género de “adulto contemporáneo”. Lo que muchos pierden de vista es que todavía faltaban muchos años para que la banda se pusiera en modo full power ballad. A pesar de esto, “Colour My World” fluye bien dentro del álbum y es la única balada por el momento.

El segundo aspecto negativo es más grave. Y esto es que, en algún momento de la grabación del álbum, el grupo decidió que, a partir de ahora, los instrumentos que siempre estarían al frente son los metales. El saxófón, el trombón y la trompeta toman un protagonismo evidente. El problema con este enfoque es que la guitarra de Terry Kath se le delegó a un segundo plano, como si el muchacho estuviera tomando mucho protagonismo. A mi modo de ver, lo especial de Chicago, como se escucha en CTA, es la mezcla entre dichos instrumentos de viento y la guitarra eléctrica (no por nada, se les conocía como la “rock and roll band with horns”).  Esto provoca que el álbum tenga un sonido un tanto monótono. Las partes en las que la guitarra tiene una participación importante son pocas.

La buena noticia es que la guitarra aparece en una de las mejores canciones de Chicago II (y del grupo). Me refiero a la mega famosa “25 or 6 to 4” (la cual, al contrario del conocimiento popular, no tiene un significado oculto; el título solo se refiere a la hora del día). El riff de la guitarra (que fue compuesto por Robert Lamm) es contagioso y memorable y se encarga de llevar la melodía principal. El solo de Kath, en el que usa un pedal wah-wah es sobresaliente.

Otro punto alto del álbum es el tema inicial, “Movin’ In”, con una melodía infecciosa, el cual resulta memorable por ser la primera canción; el coro también es pegajoso y alegre (el que dice “yes we know it!”). La suite de “Ballet” tambien fluye bien, aunque las partes más memorables y roqueras se editaron como sencillos: “Make Me Smile” fue un éxito, junto con la mencionada “Colour My World”. “Wake Up Sunshine” es otro gran tema, con un aire beatlesco (supongo que el grupo quería su propia “Good Day Sunshine”).

Hacia el final del álbum, sin embargo, la fuerza parece desaparecer. La suite “It Better End Soon” es pretenciosa, sí, pero hay algo peor: es aburrida. Al final, la atención se pierde un poco gracias a esa canción de “protesta” (al parecer, trata sobre la Guerra de Vietnam). Y peor aún, es que es una buena porción del álbum. Esta parte se podría haber omitido sin problema. Lo bueno es que, como un pequeño consuelo, el tema final es la primera contribución de Peter Cetera al grupo (“Where Do We Go From Here”). No es una obra maestro, pero es agradable y fue una buena decisión colocarla como el tema final.

En fin, este es un buen disco. No es esencial como el debut, pero es una buena adquisición para cualquier coleccción de rock. Tal vez la cantidad de temas geniales sea un poco menor que en el debut, pero los talentos de Lamm y de la sección de metales todavía están en plenas capacidades para escribir canciones interesantes y pegajosas.


Una nota técnica: Steven Wilson acaba de realizar una mezcla nueva de este álbum, así que también pueden adquirir esa versión mejorada. 

lunes, 24 de julio de 2017

Introducción: Ministry


Ha llegado el momento de hablar un poco de música industrial. Este subgénero del rock nació en la década de los ochenta. La definición y las características de este tipo de rock son algo difícil de definir, pero de manera breve, es rock que mezcla elementos de hard rock, música electrónica y sonidos similares a los que se pueden escuchar en una obra de construcción (de ahí viene el término “industrial”), por ejemplo, sonidos de cañerías y tuberías. Los pioneros de este género son muchos y sería muy largo entrar a detalle (desde Throbbing Gristle, Pere Ubu y un largo largo etc.), pero este párrafo es necesario para hablar un poco de Ministry.

Ministry es un proyecto liderado por Al Jourgensen y que inició en 1981. A lo largo de toda la discografía de Ministry, varios músicos han formado parte de la alineación, pero más o menos ha funcionado como un grupo de “puerta giratoria”. Sin embargo, lo más importante de este grupo es su influencia dentro de la escena del rock en general y del industrial en particular.

Porque Ministry logró lo que muchos grupos similares no pudieron: llegar al “gran público” y poner este subgénero en el radar de los aficionados al rock. Claro, otros grupos como Depeche Mode, con inlfuencias similares, llegaron a ser mucho más populares, pero lo lograron por acercase más al sonido del pop. Ministry, en cambio, mantuvo el sonido pesado y la atmósfera oscura en gran parte de su carrera (no hay que olvidar que Ministry comenzó como un grupo de synth-pop). Al mantener el espíritu de la música industrial, labró el camino que permitió que grupos como Nine Inch Nails, White Zombie y Marilyn Manson tuvieran éxito en la década de los noventa.

¿Pero cómo logró Ministry llegar al “gran público”? De una manera muy sencilla: al incluir riffs, melodías y grooves memorables. A pesar del sonido pesado y metálico, las canciones de Ministry son altamente melódicas; esta afirmación es cierta durante el periodo entre 1989 y 1999. Y esto permitió que todos los efectos de sonido, los sampleos y el sonido pesado fueran más fáciles de asimilar para la audiencia. Por ejemplo, el álbum In the Land of Rape and Honey es un disco con canciones pegajosas y memorables, en la que cada track ofrece algo interesante para atraer la atención del escucha. A pesar de todos los intentos de Jourgensen por ser provocativo y controversial (comenzando por los títulos de los álbumes, siguiendo con las letras y terminando con la imagen de la banda), la calidad de las canciones de ese periodo dorado logró que el grupo se volviera popular y alcanzara un éxito nada despreciable. En estos discos, es importante mencionar la contribución de Paul Barker, uno de los colaboradores más relevantes en la historia de la banda.

Sin embargo, después de Dark Side of the Spoon, Jourgensen se ha decantado por el hardcore metal, priorizando el ruido y el volumen sobre la melodía y los riffs memorables. Una pena, puesto que el “tío Al” (como muchos fanáticos llaman a Jourgensen) ha demostrado ser capaz de mejores cosas. Pero, para mantener una actitud positiva en esta página, juzguemos al grupo por su mejor obra. Por ello, la recomendación final es adquirir desde Twitch hasta Psalm 69, ya que esos álbumes son dignos de formar parte de una buena colección de rock. Los siguientes discos se deben tratar con cuidado: todavía contienen cosas interesantes, pero los más recientes son, en el mejor de los casos, mediocres. ¡Pero esto último no se lo cuenten al “tío Al”!

Discografía:

1983: With Sympathy
1986: Twitch
1988: The Land of Rape and Honey
1989: The Mind Is a Terrible Thing to Taste
1992: Psalm 69: The Way to Succeed and the Way to Suck Eggs
1996: Filth Pig
1999: Dark Side of the Spoon
2003: Animositisomina
2004: Houses of the Molé
2006: Rio Grande Blood
2007: The Last Sucker
2012: Relapse
2013: From Beer to Eternity

viernes, 21 de julio de 2017

Introducción: Playlists

¡Hola a todos! Qué día tan fabuloso ha sido hoy. Por eso yo, Hank Abraham Galt, el arrogante (de acuerdo con algunas personas malintencionadas, pero que tienen algo de razón) autor de este blog, les desea dar un anuncio.

A partir de este viernes, se va a incluir una nueva sección llamada Playlists. Para dar una introducción apropiada, hagamos un breve FAQ, el cual espero que esté propiamente redactado y estructurado, para que nadie me diga un “FAQ you!”.

FAQ:

¿Qué vamos a encontrar aquí?

Una serie temática de ocho canciones, con comentarios de Hank Galt. Los temas serán muy diversos: la vida, la muerte y todo lo que hay entre esos dos polos. Las canciones tendrán mucho que ver con el estilo de los álbumes que se reseñan aquí (rock, pop y todas las variaciones, aunque no se descarta incluir más géneros musicales).

¿Vamos a poder escuchar las canciones que se van a describir?

¡Oh sí! La idea es que todas las playlists puedan escucharse a través de Spotify. Las playlists se crearán ahí y estarán disponibles en cada una de las entradas de este blog.
Si no cuentan con dicho servicio, siempre pueden recurrir al viejo y confiable Youtube.

¿Podremos descargar las canciones de las listas de reproducción?

Muy buena pregunta, y agradezco mucho que usen el término en español. Es bueno saber que no se ha perdido el buen uso del idioma de Cervantes en la era de Mark Zuckerberg. Para resolver esa duda, pueden revisar este otro FAQ.

Wait, what? ¿Por qué ocho canciones y no diez o cinco o veinte?

¡Qué bueno que lo preguntan!

Verán, todo tiene que ver con una pequeña historia de un viejo amigo que ya no se encuentre en este barrio.

En la preparatoria, conocí a mi buen amigo llamado Octavio. Él siempre me contaba una anécdota que le ocurrió en la secundaria. En una de las materias, la tarea era investigar el significado de su nombre. Después de la investigación rutinaria, llegó el día de la clase, en la que cada miembro del grupo debía decir qué significaba su nombre. Al llegar su momento, el grupo sólo escuchó unas palabras: “el octavo”. Siempre se sintió decepcionado de tener un nombre con un significado tan simple. Me decía “con veinte mil nombres en el mundo, ¡me tuvieron que poner ese!”. Y remataba “y en la misma clase, tenía a un compañero cuyo nombre significa “estrella de oro”” (lo más increíble del asunto es que tuvo a dos compañeros, uno en la preparatoria y otro en la universidad, que se llamaban Zaratustra. DOS. PERSONAS.DIFERENTES.).

Después de esa asignación, le pasó algo raro, algo que no había anotado hasta ese entonces. Muchos de sus compañeros confundían su nombre: a veces no era “Octavio”, sino “Omar”; otros días, no era “Octavio”, sino “Horacio”; otro día, no era “Octavio”, sino “Oscar”; otro día, era “Homero”. Dicha situación le causaba todavía más frustración; su nombre no sólo tenía un nombre “aburrido” (de acuerdo con sus palabras), sino que, además era olvidable.

Así que, a manera de tributo a ese querido amigo, he decidido hacer playlists con ocho canciones cada una. Al menos, así, esté donde esté, sabrá que aquí, en este pequeño blog, SÍ recordamos su nombre.

Sin más preámbulo, esperemos, cada viernes, una lista de reproducción nueva. El primer tema es demasiado bueno para ser verdad y, de seguro, estará lleno de optimismo.

HAG


Playlist 1: Canciones para mi funeral

jueves, 20 de julio de 2017

Roger Waters: Is This the Life We Really Want? (2017)


1. When We Were Young; 2. Déjà Vu; 3. The Last Refugee; 4. Picture That; 5. Broken Bones; 6. Is This the Life We Really Want?; 7. Bird in a Gale; 8. The Most Beautiful Girl; 9. Smell the Roses; 10. Wait for Her; 11. Oceans Apart; 12. Part of Me Died

El 2017 ha sido un año productivo para los “dinosaurios” del rock. Y, aunque parezca que algunos de ellos sólo estrenan discos para salir de gira y ganarse unos cuantos dólares, la mayoría de ellos tienen un objetivo, ya sea pequeño o grande. Por ejemplo, Americana, de Ray Davies, es una especie de tributo a la música estadunidense y su influencia en la obra de los Kinks; Novum, de Procol Harum, sirve para recordarnos que Gary Brooker es uno de los mejores (y más infravalorados) compositores del rock; Triplicate, de Bob Dylan, sirve para demostrarnos que las canciones del Tin Pan Alley no necesitan una voz como la de Sinatra; incluso el año pasado, David Bowie y Leonard Cohen editaron sus últimas obras, como una manera de despedirse de este mundo. Demonios, incluso Fripp y King Crimson, con su disco triple Radical Action to Unseat the Hold of Monkey Mind intenta demostrarnos que sigue tocando tan bien como hace cuarenta años y que la obra del grupo tiene coherencia a pesar del cambio constante de miembros. Eso sí, decidir si cada disco cumple o no con su objetivo, depende de cada uno de los escuchas.

¿Por qué tanto rollo para una reseña? Pues verán, de todos los discos mencionados, This Is the Life We Really Want? es el peor. Sé que con las reseñas positivas que ha cosechado este álbum (y con la “pasión” de los fanáticos de Waters y Pink Floyd) muchas querrán comenzar a mandarme correos electrónicos de odio, pero es la verdad. No encuentro la razón objetiva de tantas críticas positivas para un álbum tan flácido, aburrido y carente de objetivo. Sólo puedo explicarlo por el amor que se tiene por la música de Pink Floyd (no me malinterpreten: amo esos álbumes clásicos tanto como cualquiera). O tal vez se deba a que todo el mundo deseaba un nuevo álbum de Waters, en estos tiempos oscuros y llenos de miedo. Pero no, lo siento, este disco no es bueno.

Hay que quitar del camino lo que ya sabemos: Waters nunca ha sido maestro en la confección de melodías memorables ni ha sido un gran poeta (con esa actitud tan pedante y condescendiente, ni en sus buenos tiempos estuvo al nivel de Keith Reid, Bob Dylan o Peter Gabriel); tampoco ha sido un virtuoso. Pero esos problemas los enmascaraba con su capacidad de crear conceptos absurdos pero interesantes o con efectos especiales o con comentarios sociales agudos. Pero este álbum se niega a presentarnos una sola idea musical nueva u original, los comentarios sociales son predecibles y los efectos de sonido son casi inexistentes. ¡Y las letras! No comencemos con las letras. Si quieren darse una idea del nivel de las letras, revisen el track que da título al álbum (“The ants don't have enough IQ to differentiate between/The pain that other people feel”…”So, like the ants, are we just dumb?/ Is that why we don't feel or see?/Or are we all just numbed out on reality TV?” ¡Oh, gracias Roger por abrirme los ojos, yo siempre había pensado que las hormigas tenían suficiente CI para eso y muchas más cosas!). ¿Todavía no se convencen? ¿Qué tal esto: “If I had been God/With my staff and my rod/If I had been given the nod/I believe I could have done a better job”? No sé acerca de la existencia de Dios, pero tampoco estaría tan seguro de que Mr. Waters haría un mejor trabajo…

¡Peor basta de letras! La música es lo que importa y aquí es donde hay más malas noticias. La mayoría de los temas carecen de una melodía interesante; después de escuchar el disco varias veces, ninguno de los temas se me ha quedado grabado. Incluso las baladas acústicas, tan del gusto de Waters, son olvidables: ninguna se acerca, siquiera, al nivel de “Watching TV” del Amused to Death o de los temas de Music from The Body y eso que no eran la gran cosa. 

Al final, sólo hay tres temas que ofrecen algo interesante, de manera relativa y considerando que se basan en reciclar ideas viejas. “Picture That” se basa (sin el más mínimo intento de disimularlo) efectos de sonido de “One of These Days” y “Echoes”. El tema titular cuando menos tiene un línea de bajo y una parte de saxofón que brindan cierta atmósfera de tensión. “Smell The Roses” es un tema roquero que suena como una mezcla entre “Time” del Dark Side y los temas de Animals.  ¿Pero para que acudir a Is This the Life We Really Want? cuando podemos ir directamente a la fuente y poner a girar ese par de álbumes? Lo más grave del asunto es que probablemente sea el último álbum en estudio del buen Roger y sería una pena terminar una carrera (al menos, en el estudio de grabación) de forma tan lánguida.

Además, todos sabemos que Waters podría seguir llenando estadios durante años sólo con el material de Pink Floyd. Tal vez sólo quería ganar unos cuantos dólares sin necesidad de salir “a la carretera”…y no hay nada de malo con eso, pero Is This the Life We Really Want? pudo ser mejor. Parece que se escribió y grabó sin mucho interés. Sólo pregúntense esto: ¿ven que sea posible que este álbum se reedite en 20 años, como pasó con Amused to Death?

Así que, eviten este álbum a toda costa. Ni siquiera creo que pueda ser recomendable para los fanáticos aferrados de Waters o de Floyd.

¡Ah, lo olvidaba! A pesar de todo, sí hay una joya lírica en el álbum: “Picture a cathouse with no fucking whores”. Ese mundo, estoy seguro, es uno en el que muchos NO querrían vivir. 

miércoles, 19 de julio de 2017

Roger Waters: The Wall (2016)


Disc 1: 1. In the Flesh?; 2. The Thin Ice; 3. Another Brick in the Wall (Part 1); .4. The Happiest Days of Our Lives; 5. Another Brick in the Wall (Part 2); 6. The Ballad of Jean Charles de Menezes; 7. Mother; 8. Goodbye Blue Sky; 9. Empty Spaces; 10. What Shall We Do Now?; 11. Young Lust; 12. One of My Turns; 13. Don't Leave Me Now; 14. Another Brick in the Wall (Part 3); 15. The Last Few Bricks; 16. Goodbye Cruel World

Disc 2: 1. Hey You; 2. Is There Anybody Out There?; 3. Nobody Home; 4. Vera; 5. Bring the Boys Back Home; 6. Comfortably Numb; 7. The Show Must Go On; 8. In the Flesh; 9. Run Like Hell; 10. Waiting for the Worms; 11. Stop; 12. The Trial; 13 Outside the Wall

Al parecer, Waters decidió revivir, una vez más, su obra maestra. Bajo el pretexto de un nuevo documental basado en presentaciones de la gira de The Wall, Roger editó en 2016 la banda sonora. En este caso, esta reseña no merece ser muy extensa, ya que la banda sonora consiste en una interpretación integra de la obra, con un par de detalles para los completistas y poco más.

Aunque no pongo en duda la importancia y atemporalidad de The Wall, no logro ver con claridad la relevancia de editarlo nuevamente. Especialmente, si consideramos que interpretó esa obra completa en varia giras durante años. Digo, ya tenemos el LP original, la versión de Is There Anybody Out There?: The Wall Live, The Wall Live in Berlin y ahora este CD. Sacar una cuarta versión en realidad parece excesivo. Tal vez el buen Roger desea actualizar el mensaje de su obra…o tal vez sólo desee exprimir un poco más su obra (así como a los fanáticos). Pero bueno, no seamos malpensados y veamos el lado positivo de este disco.

En cuanto a la ejecución, no hay mayores sorpresas. Los músicos son profesionales y la mezcla es adecuada. Claro, como en todas las interpretaciones de The Wall, a veces se extraña un poco la participación de David Gilmour (a veces un poco más, a veces un poco menos), pero no hay nada realmente grave con estas interpretaciones. Bueno, sólo hay un punto negativo y eso es el envejecimiento natural en la voz de Waters (en ocasiones, esa “decrepitud” es lo que nos recuerda que esta es una versión reciente).

Un punto “positivo” (relativamente hablando) es que es la versión “más completa” de la obra. Verán, están “The Last Few Bricks”, “What Shall We Do Now?” y un tema nuevo, titulado “The Ballad of Jean Charles de Menezes” (que en realidad, sólo es una variación del tema de “Another Brick in the Wall”). Por esta razón, es una forma accesible de escuchar una versión completa (sin tener que invertir en el CD de Pink Floyd Is There Anybody Out There?, el cual es más caro y más difícil de conseguir).

Fuera de eso, hay pocas razones para adquirir este set. Así que, para resumir, este disco es una buena adquisición si:
  •          Deseas tener una versión de The Wall completa y a un buen precio
  •          Quieres tener todas las canciones que ha grabado Roger Waters
  •          Asististe a algún concierto de las giras recientes de The Wall y deseas tener un souvenir
  •          ADORAS (así, con letras mayúsculas) al “genio detrás la música de Pink Floyd”

Si no cumplen con alguna de esas condiciones, no vale la pena que se molesten en adquirir este álbum. De lo contrario, mejor escuchen nuevamente la versión original; o, al menos, la versión de Berlín. Así podrán recordar la época en la que el rock era importante. 

martes, 18 de julio de 2017

Roger Waters: The Flickering Flame (2002)


1) Knockin' on Heaven's Door (from the film The Dybbuk of The Holy Apple Field); 2) Too Much Rope; 3) The Tide Is Turning; 4) Perfect Sense, part I & II (live); 5) Three Wishes; 6) 5:06 AM (Every Stranger's Eyes); 7) Who Needs Information; 8) Each Small Candle (live); 9) Flickering Flame (demo); 10) Towers of Faith (from When the Wind Blows); 11) Radio Waves; 12) Lost Boys Calling (original demo)                

Qué cotorro, qué cotorro, como diríamos en la prehistoria. Otro disco de Waters, que apenas justifica su existencia para los fanáticos al ofrecer un par de temas inéditos y un par de rarezas que se incluyeron en bandas sonoras. Aunque no es habitual que reseñe discos recopilatorios, el material inédito es bastante, digamos, como para considerarlo un EP. Pero vayamos por partes.
Para comenzar, hablemos un poco de las canciones conocidas, provenientes de The Pros and Cons, Radio K.A.O.S, Amused to Death e In the Flesh.  Con respecto a este tema, la verdad es que la selección es, por decirlo de manera suave, cuestionable. “Every Stranger’s Eyes” es un buen tema, pero no sé por qué omitir “The Pros and Cons of Hitch Hiking” o “Sexual Revolution”. De K.A.O.S. se incluyen Who Needs Information” (que no es el mejor tema de ese álbum) y “The Tide Is Turning (buena elección), pero se omite “The Powers That Be”. De Amused, se incluye “Too Much Rope” (no entiendo por qué incluir uno de los temas más aburridos de ese disco), “Three Wishes” (buena elección) pero se omite…bueno, prácticamente se omiten las mejores canciones de disco (“Amused to Death”, “Watching TV”, “The Bravery of Being Out of Range”). De In the Flesh, se desprende la versión en concierto de “Perfect Sense, part I & II”, la cual es básicamente una copia al carbón de la versión de estudio. De esta parte, puedo decir que, por cada buena elección, hay varias omisiones. 

Digo, la discografía de Waters no es lo mejor que existe en este mundo, pero no tengo duda de que se pudieron incluir mejores canciones. No tengo idea de quién hizo la selección, pero parece que no es amigo de Waters (en el caso de que lo haya hecho él mismo, entonces podría decir que Roger es el peor enemigo de Roger).

La parte interesante de este compilado son las canciones que no son fáciles de conseguir en otros CDs. En primer lugar, está “Each Small Candle”, en la versión del disco In the Flesh. Así, al menos, los que deseen escuchar esa canción podrán adquirir este disco sin necesidad de pagar por el set doble. Buena canción, pero nada más. “Knockin’ on Heaven’s Door” es un cover del tema de Bob Dylan, grabado para una banda sonora. Buena canción, principalmente porque es casi igual que la versión original, la cual, por cierto, también formaba parte de una banda sonora. “Towers of Faith” es un tema similar a los de K.A.O.S. pero con una producción menos terrible. De hecho, es una canción agradable, especialmente cuando explota en la parte “This land is my land…”. Además, este tema pertenece a la banda sonora de la cruel pero interesante película animada When the Wind Blows.

Otro tema de una película (en este caso, de The Legend of 1900), es “Lost Boys Calling”. La versión que aparece en este CD es un demo, el cual pierde el encanto de la versión final. No hay atmósfera, no hay solos de guitarra, pero Waters brinda una buena interpretación vocal. “Each Small Candle” es la versión en vivo que apareció por primera vez en In the Flesh (tal vez hubiera sido interesante escuchar una versión en estudio). Y para finalizar, el tema titular. “The Flickering Flame”, es otra de las baladas acústica de Waters. La Letra es interesante y la melodía es agradable. Sin embargo, es una versión demo, aunque no sé en dónde apareció la versión “final” (dato interesante: en el concierto del 2002 en la Ciudad de México, Waters interpretó “Flickering Flame” en el encore).

En conclusión, es un álbum interesante ÚNICAMENTE para el fanático empedernido de Waters. Cinco canciones buenas, a secas, no justifican la adquisición de este disco. Lo  malo es que los álbumes posteriores siguieron un camino similar (agregar canciones sólo interesantes para los completistas). Un comentario final: no sé quién tuvo esa idea (tal vez provino del mismo Roger), pero ¿notaron el optimismo en el subtítulo del álbum (The Solo Years: Volume I)? Más de diez años después, seguimos esperando el Volumen II. ¿O a poco SÍ va a haber? Bueno, uno nunca sabe. 

lunes, 17 de julio de 2017

Rar Davies: Return to Waterloo (1985)


1) Intro; 2) Return to Waterloo; 3) Going Solo; 4) Missing Persons; 5) Sold Me Out; 6) Lonely Hearts; 7) Not Far Away; 8) Expectations; 9) Voices in the Dark (End Title)

El primer disco solista de Ray Davies es un tanto “tramposo”. A mediados de los ochenta, The Kinks eran Ray Davies, principal compositor, letrista y proveedor de ideas en el grupo. Sin embargo, parece ser que Ray decidió tomar la responsabilidad del proyecto debido a que su carnal Dave Davies se rehusó a participar en las grabaciones. Supongo que, en el fondo, pensó que no podía estrenar un álbum con el nombre del grupo sin la guitarra de Dave. Así que, aquí estamos, escuchando y hablando sobre Return to Waterloo. Dicho proyecto fue tan olvidado, que, en 2006, cuando se editó Other People’s Lives, el sticker del CD decía “el debut solista de Ray Davies”.  Afortunadamente, el proyecto volvió a ver la luz recientemente. Pero ¿de qué va este CD?

Return to Waterloo es la banda sonora de un filme producido, escrito y dirigido por Ray Davies. El filme (el cual no he tenido la oportunidad de ver) dura aproximadamente una hora y narra la historia a través de la música y la letra. Y aquí es donde vuelvo a la idea inicial, de que Ray se tomó varias libertades, ya que este disco incluye tres canciones, con cambios mínimos, que ya habían sido incluidas en el álbum más reciente de The Kinks en ese entonces (Word of Mouth): “Missing Persons”, “Going Solo” y “Sold Me Out”. Además, se incluye un breve track llamado “Intro”, lo cual nos deja con un grandioso total de cinco composiciones nuevas. Suficientes, tal vez, para un EP, pero muy pocas como para justificar la compra de un álbum completo…

…si no fuera por un pequeño, pequeñísimo detalle. Y es que las cinco canciones nuevas buenas. Y entre ellas, hay dos clásicos absolutos dentro del repertorio solista de Ray Davies, pero ya llegaremos a ellas. Tal vez el mayor “pero” que se le puede poner a las composiciones nuevas es la producción, la cual utiliza sintetizadores, efectos de sonido y drum machines. Lo bueno es que Ray no abusó de dichos instrumentos, usándolos con buen gusto. Al final, el instrumento más notorio es la guitarra, ya sea acústica o eléctrica, y eso siempre es una buena noticia al hablar de la música que proviene de los Kinks.

Volviendo a las canciones, “Lonely Hearts” es un tema cuya melodía es convencional, tipo doo-wop, la cual se beneficia por la interpretación sincera de Ray. “Not Far Away” es un tema roquero y energético, muy similar a los de Word of Mouth, con un riff sencillo pero que al menos es fácil de recordar. “Expectations” es un tema que inicia de manera acústica, para al final transformarse en una canción con una batería casi marcial. Si bien estos tres temas no son obras maestras, son buenos.

Ahora llegó el momento de hablar de los dos temas principales. Dos clásicos absolutos, es una pena que hayan sido editados en este álbum, ya que muchos fanáticos (y no fanáticos) de los Kinks se los perdieron por esta causa; ni siquiera se incluyeron como bonus tracks en las reediciones de los álbumes de esa década. Por supuesto, hablo del tema titular, “Return to Waterloo”. Aquí es donde la producción está un poco de más, con ese efecto de aplausos y el sintetizador que pudieron omitirse; porque las melodías creadas por Ray son impecables en esta canción. Es una de esas raras canciones en las que encontramos varios sentimientos a la vez (nostalgia, tristeza, alegría, optimismo; ¡hay más sentimientos en esta canción que en el catálogo completo de Roger Waters!). Curioso, que en pleno 1985, Ray incluyera líneas como “The headlines cry out from the papers/”Inflation," "murder," "wars," who really wants to know?”. Parecen adecuadas para este mismo año, ¿no?

La otra canción imperdible es “Voices in the Dark”. La melodía principal la lleva el riff del sintetizador y simplemente…es hermosa. La voz de Ray es particularmente tierna en este track. Una muestra más de la capacidad genial de Ray Davies para crear melodías bellas y optimistas en plena década de los ochenta; no he logrado comprender por qué no se le considera (al menos con el “gran público”) al mismo nivel que Macca o que la dupla Jagger/Richards. Tienen que escuchar esta canción.

Así que, a pesar de un proyecto alterno y modesto, este disco vale la pena sólo por esas dos canciones. Incluso si no son admiradores de los Kinks o de Ray, escuchar esos dos tracks es un lujo que pueden darse al menos una vez en la vida. Y quienes son fanáticos del grupo, no tienen pretexto para buscar e incluir este disco en su colección personal. Lástima que, incluso con la reedición, es difícil encontrarlo actualmente. Pero si lo encuentran, no duden en adquirirlo.

Nota técnica: En una recopilación doble de los Kinks y Ray Davies, llamada The Singles Collection/ Waterloo Sunset: the Songs of Ray Davies, se incluyen “Return to Waterloo” y “Voices in the Dark”. La versión de “Waterloo” omite gran parte de los efectos de sintetizador (lo cual ayuda a demostrar que la melodía es impecable). Sin embargo, parece ser que también es difícil de conseguir dicho set. 

viernes, 14 de julio de 2017

Roger Waters: In the Flesh Live (2000)


Disc 1: 1. In the Flesh; 2. The Happiest Days of Our Lives; 3.Another Brick in the Wall, Part II; 4. Mother; 5. Get Your Filthy Hands Off My Desert; 6. Southampton Dock; 7. Pigs on the Wing, Part 1; 8. Dogs;  9. Welcome to the Machine; 10. Wish You Were Here; 11. Shine on You Crazy Diamond, Pts. I–VIII; 12. Set the Controls for the Heart of the Sun

Disc 2: 1. Speak to Me/Breathe (In the Air); 2. Time; 3. Money; 4. 5:06 AM (Every Stranger's Eyes); 5. Perfect Sense (Parts 1 and 2); 6. The Bravery of Being Out of Range; 7. It's a Miracle; 8. Amused to Death; 9. Brain Damage; 10. Eclipse; 11. Comfortably Numb; 12. Each Small Candle

Después de la fría recepción que tuvo Amused to Death, ocho años después, Roger Waters editó un nuevo disco grabado en concierto. Este evento, la gira In the Flesh, fue un hito importante en la carrera de Waters por varias razones. Esta fue la primera gira solista que emprendió, en la cual la magnitud de los conciertos era similar a la de las mejores épocas de Pink Floyd. En segundo lugar, era la primera vez que el público podía escuchar varios de los temas clásicos de Floyd (puesto que el Pink Floyd “oficial” estaba ya fuera de circulación para ese año) con la “mente maestra” detrás de la música (no,  no, no, no me reclamen: así lo dejaba claro mucha de la publicidad para esos conciertos).

En tercer lugar, y tal vez la razón más importante dentro del marco de la discografía de Waters, es que es el único disco que ofrece una vista “panorámica” (por decirlo así) de toda su obra. En este álbum, hay cortes de Dark Side, Wish You Were Here, The Wall y The Final Cut. Todavía más importante, para el completista, es que es el único disco que contiene interpretaciones en concierto de temas de The Pros and Cons y de Amused to Death, además de un tema inédito (“Each Small Candle”). Sólo Radio K.A.O.S. no aporta ningún track (y, créanme, no puedo culpar a Waters). De hecho, y de acuerdo con las declaraciones de Roger al respecto, esa era la idea: condensar las tres obras más importantes de Waters (de acuerdo con sus propias palabras: Dark Side, The Wall y Amused).

Y aquí es donde vamos a comenzar con dos aspectos, uno bueno y uno malo. Las malas noticias es que, a partir de esta gira, los setlists de Waters se volvieron muy predecibles (aquí se incluyen los clásicos de siempre: “Money”, “Shine On You Crazy Diamond”, “Time”, “Comfortably Numb”, Wish You Were Here”). El lado positivo de esta gira es que el disco contiene algunos temas olvidados y algunas sorpresas.  Por ejemplo, el mencionado tema inédito “Each Small Cande”, un tema que se va construyendo poco a poco. De hecho, es un tema que recuerda las buenas épocas de Floyd. Por Nada esencial, pero interesante. Por otro lado, “Dogs” y “Pigs on the Wing” son excelentes sorpresas. El mejor tema del disco Animals es interpretado de manera excelente; tal vez sea interpretado de manera muy similar al álbum original, lo cual es un gran logro, ya que la versión original es casi perfecta.

Sin embargo, eso es lo más a lo que aspira este álbum: a reproducir fielmente las canciones de Pink Floyd y de Waters en solitario. Y, en ocasiones, hay canciones que se escuchan peor que la grabación en estudio. Algo que está presente en todo el disco es una mezcla un tanto rara en la  voz de Waters. Tal vez nunca haya sido el mejor vocalista de la banda, pero lograba explotar bien sus capacidades. Aquí, la voz definitivamente no está en plena forma; en varios temas, se escucha el envejecimiento vocal, lo cual casi masacra algunas canciones. “Wish You Were Here” sufre demasiado en este aspecto, además de que se repite un verso más, en un arreglo que es innecesario.

En cuanto a los arreglos, es interesante que Waters interprete el álbum Wish You Were Here casi en su totalidad. Sin embargo, en el concierto de la gira en la Ciudad de México en 2002, al cual asistió su seguro servidor, la interpretación del disco fue casi idéntica, pues en esa ocasión separó “Shine On You Crazy Diamond” en dos partes, mientras que en el disco se incluyen las dos partes en un solo track.

Eso sería todo. Es un disco en vivo decente, con una canción inédita para los completistas y poco más. Tal vez el mejor uso sería para aquellos que asistieron a la gira y desean tener un souvenir de ese evento. Si tienes muchas ganas de invertir tu dinero en In the Flesh, puedes conseguir el video de la gira. El espectáculo por sí solo puede ser más interesante que la música. 

jueves, 13 de julio de 2017

Roger Waters: Amused to Death (1992)


1. The Ballad of Bill Hubbard; 2. What God Wants, Part I; 3. Perfect Sense Part I; 4. Perfect Sense, Part II; 5. The Bravery of Being Out of Range; 6. Late Home Tonight, Part I; 7. Late Home Tonight, Part II; 8. Too Much Rope; 9. What God Wants, Part II; 10. What God Wants, Part III; 11. Watching TV; 12. Three Wishes; 13. It's a Miracle; 14. Amused to Death

Hemos llegado al tercer disco solista de Roger Waters, el cual representa el QUINTO disco conceptual seguido en su haber (vaya, en verdad ha sido un viaje largo desde The Wall) y nos deja con la duda existencial de cuándo el buen Rog nos sorprenderá con un montaje de Broadway, a la Quadrophenia y Tommy...

Si desean conocer más sobre el concepto, pueden buscar la edición que contiene la descripción detallada. La versión que tengo, por desgracia (¿o afortunadamente?) no contiene booklet ni liner notes (es lo malo de comprar las versiones de descuento). Basta decir que el concepto es bastante oscuro y que le da la oportunidad de hacer comentarios sociales bastante pertinentes. También hay que aclarar que, sin una guía, el concepto es difícil de seguir, ya que las canciones no parecen tener una secuencia clara.

Pero bueno, hablemos un poco de la música de Amused to Death. Al igual que muchos lo han comentado, este puede considerarse como el mejor de su discografía después de Pink Floyd. Sin embargo, dicha afirmación debe tomarse con cautela; a pesar de que es el esfuerzo más consistente, el mayor defecto de Waters persiste y ese es su poca creatividad en la creación de melodías. No es nada raro, y más si han estado siguiendo las reseñas hasta este punto, pero es bueno dejarlo en claro. Sí, es buen disco, pero no tiene momentos de belleza como Wish Were Here ni tiene las melodías pegajosas de The Wall.

Como en los dos álbumes pasados, el mayor peso recae en las letras, en la atmósfera y en los efectos de sonido (“sampleos” de filmes, narraciones de comentaristas deportivos, narraciones de soldados, etc.). La música y la producción también demuestran una mejoría significativa con respecto a Radio K.A.O.S. ¡Adiós sintetizadores y drum machines! Lo que encontramos es una sección rítmica sólida, pero sin llegar a ser molesta. Hay muchas partes de guitarra acústica (uno de los instrumentos favoritos de Waters), pianos y, como gran añadido, hay una colaboración importante de Jeff Beck en la guitarra eléctrica. Igual que en el pasado, esto ayuda a que el sonido sea un poco más “vivo” y “emocional”, lo cual ayuda un poco a olvidar la falta de melodías. Las pocas que hay, empero, son originales y no parecen ser descartes de The Wall. Si algo tienen en común es que, en ambos álbumes, Roger desarrolló un tema de bajo recurrente, el cual sirve como forma de unificar el concepto del disco. En la obra de 1979, era “Another Brick in the Wall”; en Amused, es “What God Wants”. Claro, la repetición puede llegar a ser un tanto molesta, pero al menos demuestra cierta “visión”.

Ya que estamos en ese tema, deben prepararse para escuchar este disco, el cual corre por casi setenta y dos minutos (rayos, ¿qué pasaba con los músicos en los noventa? ¿Acaso había una ley que los obligara a usar la totalidad del formato CD?). Y sí, puede ser un tanto monótono en partes, pero al menos se nota el esfuerzo por mantener el interés por todos los medios necesarios. Así, tenemos baladas acústicas (“Watching TV”), temas roqueros (la primera parte de la ya mencionada “What God Wants”; “Three Wishes”) y temas que intentan alcanzar la majestuosidad de antaño (track homónimo; “The Ballad of Bill Hubbard”). De especial atención son estos últimos, ya que si bien no llegan al nivel de las glorias pasadas, cuando menos demuestran un interés en realizar música trascendente.

Al final, hay varios temas de relleno que no aportan muchas ideas y que pueden llegar a ser un tanto aburridos (“Too Much Rope”, “It’s a Miracle”, “Late Home Toniight”). Este disco se hubiera beneficiado si su duración fuera menor, como en sus dos discos anteriores.Sin embargo, es un buen trabajo de Waters y es el mejor disco que ha publicado hasta la fecha. Por supuesto, no está al mismo nivel que las mejores obras de Pink Floyd, pero es un esfuerzo consistente y, en algunos momentos, muy disfrutable. Adquiéranlo de ser posible, hasta resulta una escucha interesante para aquellos que no son fanáticos del Floyd.

Una pequeña nota técnica: en 2015 se editó una versión remasterizada del álbum, con un blu-ray de audio con una mezcla en 5.1 Hasta el momento, no he tenido la oportunidad de escuchar esta versión mejorada (incluso se modificó la portada con respecto a la original: la original es la que se muestra en esta  reseña). Algo bueno es que el disco está nuevamente disponible gracias a esto. Una muestra más de que este es el mejor disco solista de Roger es que hasta él mismo lo reconoce. Aunque ahora no veo razón para que se prive al mundo de una versión en 5.1 de The Pros and Cons con sus sueños malviajados. Al  menos estoy seguro de que Yoko Ono estaría muy feliz de escuchar su nombre en la mejor resolución posible. ¡Venga Roger!

miércoles, 12 de julio de 2017

Roger Waters: The Wall Live in Berlin (1990)


Disc 1: 1. In The Flesh? (Featuring – Scorpions); 2. The Thin Ice (Vocals – Ute Lemper), 3. Another Brick In The Wall (Part 1) (Saxophone – Garth Hudson); 4. The Happiest Days Of Our Lives; 5. Another Brick In The Wall (Part 2) (Featuring – Thomas Dolby/Vocals – Cyndi Lauper); 6. Mother (Accordion – Garth Hudson/Backing Vocals – Levon Helm, Rick Danko/Vocals – Sinéad O'Connor); 7.Goodbye Blue Sky (Flute – James Galway/Vocals – Joni Mitchell); 8. Empty Spaces (Featuring – Bryan Adams); 9.Young Lust (Featuring – Bryan Adams); 10. One Of My Turns; 11. Don't Leave Me Now; 12. Another Brick In The Wall (Part 3); 13. Goodbye Cruel World

Disc 2: 1. Hey You (Featuring – Paul Carrack); 2. Is Anybody Out There?; 3. Nobody Home. 4. Vera; 5. Bring The Boys Back Home; 6. Comfortably Numb (Featuring – The Band/Vocals – Van Morrison; 7. In The Flesh; 8. Run Like Hell; 9. Waiting For The Worms; 10. Stop; 11.The Trial (Vocals – Albert Finney, Marianne Faithfull, Thomas Dolby, Tim Curry, Ute Lemper); 12. The Tide Is Turning

Este disco es más un documento histórico que un álbum meritorio de reseñarse. La historia, en breve: el 21 de julio de 1990 se llevó a cabo un concierto en un lugar entre Postdamer Platz y la puerta de Brandenburgo, en Berlín. ¿La razón? Waters prometió interpretar nuevamente su obra maestra si el muro de Berlín era derribado, lo cual ocurrió en 1989 (así que ya sabemos a quiénes culpar por escuchar 20 mil versiones de la ópera rock desde entonces). Además, las ganancias producidas por el evento irían a caridad. Así que Roger juntó a varias superestrellas del rock y pop para que lo acompañaran en el proceso y el resto es historia.

Ahora bien, no dudo que el evento haya sido impresionante y que el espectáculo haya sido uno de los mayores organizados en la historia del rock. Sin embargo, esa emoción no se traslada muy bien al producto final de audio, lo cual es común en la mayoría de los álbumes grabados en concierto tanto de Waters como de Pink Floyd (a excepción, claro, de Ummagumma). Digo, las actuaciones son sólidas, los músicos son profesionales y hay varios solos extendidos en varias canciones (especialmente, en “Comfortably Numb”) y algunas secciones instrumentales que difieren un poco de la versión original (como el solo de saxofón en la primera parte de “Another Brick in the Wall”). La parte final, el juicio, también está bien interpretada. Ah, y Bryan Adams hace un buen trabajo en “Young Lust” y “Empty Spaces”.  En el lado negativo, Cyndi Lauper exagera un poco en la interpretación de la segunda parte de “Another Brick in the Wall”.

La única motivación para adquirir este álbum, al menos en 1990, era para los completistas, ya que en este disco se incluyen un par de cortes que no se incluyeron en la versión original de 1979: “What Shall We Do Now”, que viene después de “Empty Spaces” (de hecho, las dos forman una sola composición y aquí se incluyen juntas en la misma pista); y “The Last Few Bricks”, que se incluye en “Another Brick in the Wall (Part 3)”. Dichos temas aparecerían, de forma “oficial”, hasta la edición de Is There Anybody Out There?: The Wall Live casi diez años después. Sin embargo, se omitió “The Show Must Go On”, así que tampoco es una interpretación “completa”, por decirlo así. Para finalizar, también es el único álbum en el que aparece una versión en concierto de “The Tide Is Turning”, así que los fanáticos de Radio K.A.O.S. tal vez quisieran conseguir este disco.

El resultado final es que es un disco prescindible. Tres canciones no justifican una compra de este set. Algunas ediciones traen los dos compactos más un disco separado para el concierto. Si tienes muchas ganas de comprar este álbum, el mejor consejo sería buscar este tipo de paquetes. Y aun así, sería bueno encontrarlo con descuento. 

martes, 11 de julio de 2017

Roger Waters: Radio K.AO.S. (1987)


1) Radio Waves; 2) Who Needs Information?; 3) Me Or Him?; 4) The Powers That Be; 5) Sunset Strip; 6) Home; 7) Four Minutes; 8) The Tide Is Turning (After Live AID)

Tres años después de The Pros and Cons, Waters editó su segundo disco solista, después de una larga batalla legal con Gilmour y Mason sobre el uso del nombre de “Pink Floyd”. Al parecer, ni eso le pudo quitar el gusto por los álbumes conceptuales. Lo bueno de este asunto es que Radio K.A.O.S. tiene una historia un poco menos confusa que la de hace tres años. Puede sonar un poco más ridícula, pero es claro que a Roger se le facilita más escribir acerca del asunto bélico.

La historia, en breve, trata acerca de Billy, un muchacho parapléjico que se comunica a través de una caja especial; también posee habilidades telepáticas y es un pacifista irredento. Billy es amigo de Jim, quien es un DJ en la estación “Radio K.A.O.S.”. Después, Billy le llama a Jim para decirle que tiene el control de una bomba atómica y que la hará explotar en cuatro minutos. Al final, Billy prefiere no hacer explotar la bomba, puesto que, después de presenciar el fetival Live Aid, se convence de que la humanidad tiene futuro.

Si desean consultar la historia de manera más profunda, pueden buscarla en el librillo del CD (al menos, en aquellas ediciones que la contienen, ya que la mía no cuenta con ella). Este álbum es la segunda (o tercera, si contamos algunas secciones de The Wall) ocasión en la que Roger nos muestra su sentir acerca de la guerra y todo lo que el filósofo Roger nos tiene que decir al respecto. Ahora bien, no quiero ser le portador de malas noticias, pero este esfuerzo es un poco peor que la vez anterior. Sin Clapton y con la producción típica de los ochenta, simplemente este es un álbum seco, seco, seco. No hay melodías interesantes, lo cual no es sorpresa cuando hablamos de Roger, y no hay algún músico que pueda aportar algún mililitro de emociones. Al menos, Waters intenta, la mayoría de las veces, cantar y no sólo recitar sus letras. Pero, al igual que gran parte de la música, suena robótico y estpa muy, muy lejos de causar empatía acerca de lo que está cantando.

La música de Radio K.A.O.S. está basada en ritmos y sintetizadores característicos de los ochenta. Lo bueno es que este disco fue la única vez que Waters utilizó dicha instrumentación para seguir la música “de moda”; sin embargo, esta no es la única mala noticia. Para este punto, parece que Roger agotó por completo la veta de The Wall, por lo que el contenido melódico del disco es casi inexistente. La mayoría de las canciones son un intento de disco-rock, como la inicial “Radio K.A.O.S”, o como “Sunset Strip”. “Home” sigue el mismo camino, pero es demasiado larga; tal vez sea importante desde el punto “conceptual” (aunque la letra no es mala, a decir verdad), pero, para el tercer minuto, ya escuchamos todo lo que ofrece la canción. Un elemento extraño en esta fórmula es “Me Or Him?”, una balada acústica que nos recuerda al Roger de inicios de los setenta. Aunque no es tan buena como “If” o como “Grantchester Meadows”, pero al menos es una variación dentro de un álbum de sonido tan artificial.

Esto nos deja con dos canciones que pueden considerarse como los puntos altos del álbum. La primera es “The Powers That Be”, una canción con una línea de bajo que rompe con la tendencia del resto de las canciones y nos brinda algo memorable. Además, la letra ofrece una crítica social interesante y coherente. La otra canción que puede considerarse como notable es “The Tide is Turning (After Live Aid)”. Es una melodía optimista y que pretende sonar sincera; incluso se usa un coro al final para darle un toque cálido. Aunque estoy un tanto confundido: ¿Roger, en verdad pensó que el festival Live Aid  fue un hito en la historia de la humanidad? ¿Neta, el mismo Roger demandó a sus compañeros por el uso del nombre de “Pink Floyd”? Bueno, independientemente de lo anterior, es el único tema que huele a un poco de humanidad en este álbum.

Tal vez hubiera sido mejor que Roger usara su modo full conceptual para hacer de Radio K.A.O.S. un disco doble. Al fin, el concepto podría haber sido más interesante de lo que resultó de esta forma. Aunque el problema era encontrar las melodías suficientes para llenarlos. Así que, al igual que la última vez, lo mejor es que sólo los fanáticos de Roger Waters se acerquen a este álbum. De otra forma, pueden grabar “The Powers That Be”, “The Tide is Turning” y las tres canciones buenas del Pros and Cons y podrán tener veintitantos minutos de música decente. No se trata de música inspirada, o genial o hermosa: sólo decente. 

lunes, 10 de julio de 2017

Roger Waters: The Pros and Cons of Hitch Hiking (1984)


1) 4:30 AM (Apparently They Were Travelling Abroad); 2) 4:33 AM (Running Shoes); 3) 4:37 AM (Arabs with Knives and West German Skies); 4) 4:39 AM (For the First Time Today, Part 2; 5) 4:41 AM (Sexual Revolution); 6. 4:47 AM (The Remains of Our Love); 7) 4:50 AM (Go Fishing) 8) 4:56 AM (For the First Time Today, Part 1); 9) 4:58 AM (Dunroamin, Duncarin, Dunlivin); 10) 5:01 AM (The Pros and Cons of Hitch Hiking, Part 10); 11) 5:06 AM (Every Stranger's Eyes); 12) 5:11 AM (The Moment of Clarity)

El primer disco solista de Waters como tal, después de la colaboración con Ron Geesin, se editó poco antes de que anunciara su separación de Pink Floyd. Lo que demuestra este conjunto de canciones es que tanto Gilmour, Mason y Wright tienen buen juicio. ¿Por qué? Porque las canciones de este álbum se escribieron casi al mismo tiempo que las de The Wall. Waters mostró ambos conceptos al grupo para que eligieran cuál iban a grabar y bueno, lo demás es historia. Y como Waters es conocido por no descartar ninguna de sus ideas, seis años después del megahit de The Wall,  The Pros and Cons vio la luz.

Al igual que la obra de 1979, Pros and Cons es un álbum conceptual, cuya trama puede resultar interesante, pero a la vez, es demasiado oscura y personal. La idea es más o menos esta: un hombre que se encuentra de viaje en carretera narra varios acontecimientos, los cuales ocurren entre las 4:30 y 5:11 de la mañana (por ello, las canciones tienen subtítulos que describen los acontecimientos). Al parecer, resulta que todo lo que ocurre es un sueño, Sin embargo, la narrativa de los acontecimientos se vuelve un poco mensa: por ejemplo, el protagonista recoge a una mujer que hace autostop, tiene relaciones con ella, son atacados por terroristas árabes y tiene un encuentro con Yoko Ono (¡sic!). La verdad, no entiendo el punto de narrar todo eso; tal vez Roger haya escrito esto de forma autobiográfica pero es muy confuso. Al menos, The Wall tenía un concepto claro; demonios, hasta The Final Cut es más fácil de seguir y tenía una especie de sentido.  

Pero bueno, la música es lo que nos importa aquí y ningún concepto no va a distraer del hecho de que The Pros and Cons es un disco bastante mediocre. De hecho, hay ecos (¿o debería decir “Echoes”?) de The Wall por doquier. Incluso la producción, llena de efectos de sonido, es muy similar. Pero este hecho, junto con la participación de Eric Clapton en la guitarra principal, sólo sirven para enmascarar una cosa: que Roger, para estas alturas (y así sería prácticamente durante toda su carrera solista), se ha quedado sin ideas melódicas. Sí, reconozco que de vez en cuando se le ocurre un tema musical recurrente en sus álbumes (como Another Brick in the Wall” y como sería “What God Wants” algunos años más adelante), pero aquí, simplemente no encontramos ni eso. La mayoría de las canciones son poco memorables y vuelve a incurrir en el error de The Final Cut; es decir, prefiere “declamar” la mayoría de las composiciones, en lugar de cantarlas. Lástima, siendo que, cuando se lo propone, Roger puede ser un buen cantante, capaz de transmitir desesperación y paranoia, como lo demostró en “One of My Turns” o “Don’t Leave Me Now”.

Sin embargo, hay un par de aspectos positivos que rescatan a este álbum de ser un desastre total. Primeramente, la presencia de Clapton resulta muy beneficiosa, ya que es interesante escuchar las composiciones de Waters con alguno solos muy inspirados (especialmente en “Sexual Revolution”); esto es inusual, pero, considerando que los ochenta no fueron la mejor época de Dios. Como resultado, es un tanto extraño que, a final de cuentas, la expresividad y el sentimiento provengan de la guitarra de Clapton y no de la interpretación de Waters. Por esta razón, este disco podría ser interesante también para los fanáticos del Mano Lenta.

Además de esto, hay tres temas que tienen melodías claras y memorables (para variar) y en los cuales Roger da una buena interpretación vocal (también para variar). Bueno, tal vez “Sexual Revolution” tal vez no tenga una melodía muy fuerte, pero Waters canta de manera convincente, como en los mejores tiempos de Floyd; además, el solo de Clapton hace que la canción valga la pena. “Every Stranger’s Eyes” es una balada que comienza de manera tranquila, llega al clímax (con la línea “And now, from where I stand…”) y termina con Waters casi susurrando la canción. Es uno de los pocos momentos realmente emotivos en el disco y en la discografía solista de Waters. Para finalizar, el tema homónimo es un tema de rock un tanto convencional, pero memorable, con la participación de coristas femeninas. Escuchen el tema una vez e intenten olvidar la línea “These are the pros and cons of hithc hiking”. Además, es el tema en el que se menciona a Yoko Ono, así que todos los haters de la japonesa también son bienvenidos a escuchar este disco.

¿Balance? No muy bueno. De no ser por lo que acabo de describir, estaríamos ante un fracaso total. Demonios, tal vez sea un fracaso total: pocas personas, fuera del círculo de los fanáticos más aferrados del alegre Roger, querrían escuchar este disco. Ni el Mano Lenta puede salvar este álbum.
Por cierto, en este blog somos muy protectores de las buenas costumbres así que aquí incluimos la portada censurada, con cuadrito negro y todo. Para que no digan que ese Hank Galt es un libertino y un sucio; o bueno, pueden decirlo, ¡pero que NO sea por incluir la portada original! 

viernes, 7 de julio de 2017

Roger Waters: Music From The Body (1970)


1. Our Song; 2. Sea Shell and Stone; 3. Red Stuff Writhe 4. A Gentle Breeze Blew Through Life; 5. Lick Your Partners; 6. Bridge Passage for Three Plastic Teeth; 7. Chain of Life 8. The Womb Bit; 9. Embryo Thought; 10. March Past of the Embryos; 11. More Than Seven Dwarfs in Penis-Land; 12. Dance of the Red Corpuscles; 13. Body Transport; 14. Hand Dance — Full Evening Dress; 15. Breathe; 16. Old Folks Ascension; 17. Bed-Time-Dream-Clime; 18. Piddle in Perspex; 19. Embryonic Womb-Walk; 20. Mrs. Throat Goes Walking; 21. Sea Shell and Soft Stone; 22. Give Birth to a Smile.

El primer álbum en solitario de Roger Waters es una colaboración con Ron Geesin, quien colaboró con Pink Floyd en el disco Atom Heart Mother. La incursión del bajista en las bandas sonoras no era nueva:Pink Floyd, para 1970, ya había grabado la banda sonora More. Este disco es una banda sonora de un documental sobre el cuerpo humano (de ahí el título). Debo confesar que no lo he visto y tal vez no lo haga en un futuro cercano (es curioso que las bandas sonoras que grabó Pink Floyd sean más conocidas que las películas a las que pertenecían).

Lo que nos concierne por el momento es la música. ¿Cómo suena este disco? Pues justamente como eso, como una banda sonora un tanto…” curiosa”. Verán, en realidad son pocos los tracks que pueden considerarse canciones; la mayoría de los temas en realidad son fragmentos (muchos no rebasan los tres minutos de duración) de lo que podría considerarse como una “mini-suite”. La orquestación de la mayoría de los temas es muy similar a la suite “Atom Heart Mother”. Si han escuchado ese álbum, la gran parte de este disco les será familiar. En muchas de estas piezas, lo más recurrente son guitarras, coros y violines que, en muchas ocasiones, suenan demasiado dramáticos; supongo que ese era el efecto deseado pero que puede llegar a ser repetitivo.

Tal vez lo más interesante en las piezas compuestas sólo por Geesin es que, en ellas, se incluyen varios sonidos provenientes del cuerpo humano. Por ejemplo, el primer track se llama, adecuadamente, “Our Song”, y en él hay sonidos de flatulencias, resoplidos, voces, risas, con una parte de piano como fondo. En este apartado, una pieza interesante es “Body Transport”, que se compone únicamente de susurros, sonidos de respiración y voces, por casi tres minutos. No sé si se pueda considerar “música” en el sentido estricto, pero es interesante escuchar algo así, al menos una vez. Además, me recuerda a algunos de los efectos que el mismo Pink Floyd utilizó en varias de sus canciones.

La otra parte del disco se compone en temas puramente escritos por Waters, los cuales son cuatro: “Sea Shell and Stone”, “Chain of Life”, “Breathe” y “Give Birth to a Smile”. Los tres primeros son muy similares entre sí y siguen la misma vena que las primeras composiciones “solistas” de Waters en el grupo (como “If” y “Grantchester Meadows”); es decir, baladas acústicas. Tal vez la más notable, por tener un carácter un poco más “serio”, es “Chain of Life”. Especialmente, la parte que inicia con “Your child is growing fast…” tiene un carácter solemne, pero, en una forma extraña, enternecedor. Al final, estas tres canciones no son esenciales en el catálogo de Waters, ya que no aportan nada nuevo a lo que ya había escrito en Pink Floyd, pero no son malas por sí mismas.

Esto nos lleva al comentario más atrevido que leerán en esta reseña. Y es que el tema final, “Give Birth to a Smile”, SÍ se puede considerar como la única canción relevante del disco, especialmente en el repertorio solista de Roger. Al final, sólo es una breve canción con toques de góspel y rock (incluso las coristas añaden un buen toque al tema). Es más, me atrevería a decir que este tema es el precursor natural de varias canciones del Dark Side of the Moon. La línea de guitarra es muy buena (al parecer, por parte de Gilmour, aunque no quede escrito en los créditos), el verso que da título a la canción es pegajoso y es una de las pocas veces, al menos hasta este punto, en el que Waters escribe algo que puede transmitir un sentimiento. Esta pieza funciona como la culminación del álbum (aunque no sé sea de manera similar en el documental), pero suena como un verdadero himno que rinde tributo a la vida. Bien por Roger.

Aun así, no recomendaría que fueran corriendo a comprar este disco. Tal vez, sólo sea una tarea de fanáticos de hueso colorado del buen bajista. Sí pueden, compren de manera digital (claro, si es que está disponible en ese formato) “Give Birth to a Smile” y ahórrense un álbum completo que, si bien no es desagradable, en realidad, no es esencial. ¡Y cuidado amigos! A menos que desayunen, coman y cenen con música de Waters, no vayan a pagar los precios estúpidamente altos que algunos piden por este CD.