El viernes 14 de julio de 2017 fue la primera (y, hasta el
momento) única vez que asisto a un concierto de King Crimson. Y debo decir que
ha sido uno de los mejores conciertos a lo que he asistido en tiempos
recientes. Sí, sé que esta afirmación puede parecer digna de un fan from hell, pero no es una afirmación
banal, considerando que una buena parte de las canciones interpretadas ese día
(alrededor de una tercera parte del setlist)
NO son de mi total agrado. Rayos, hasta diría que esas canciones son totalmente
aburridas. Pero, ¿por qué este concierto fue tan brillante?
Antes: La cuestión de
Fallen Angel y la banda
El inicio de esta gira, que inició en Estados Unidos en
junio, marcó un hito dentro de la historia del grupo de Míster Fripp. Algo que
sólo aquellos que han seguido la historia de la banda de manera fiel, se
pudieron dar cuenta: es la primera gira en la que se incluye, dentro del setlist, la canción “Fallen Angel”. Una
de las mejores canciones del periodo de John Wetton (recientemente fallecido)
hizo su debut, después de 34 años de haber sido grabada. Una de las canciones
favoritas personales de quien esto escribe, la sola idea de saber que esa
canción podía ser tocada, era algo ya
digno de mencionarse y que intensificaron mi emoción previa.
Sin embargo, durante las primeras fechas de la gira del
2017, la canción entraba y salía del setlist.
Tal vez las primeras interpretaciones no dejaron satisfecho a Fripp, pero el
hecho es que “Fallen Angel” podía
omitirse en los conciertos de la Ciudad de México. Y esa posibilidad, ¡era
terrible! ¿Cómo? ¿Cambiar “Fallen Angel” por un jam atonal o una de esas canciones aburridas, que Fripp atesorar en
la actualidad? ¡Pfff!
Pero bueno, ese viernes llegó y el misterio de “Fallen
Angel” se resolvería antes de que terminara la noche.
Como es usual en conciertos de grupos “dinosaurio” de rock
progresivo, la banda de la audiencia
era variopinta pero todos comparten el gusto por este subgénero del rock. Desde
señores y señoras de más de 60 años que conocieron al grupo en sus días de
juventud, hasta la chaviza que trae en su iPod el clásico In the Court of the Crimson King. La venta de memorabilia no
oficial, afuera del Teatro Metropólitan, también es digna de mención. Los
omnipresentes vendedores del Chopo ofrecían sus productos selectos, como discos
de rock progresivo de todos colores, sabores y nacionalidades, bootlegs, devedés y playeras. Mención
especial merecen los discos “grabados y serigrafiados” de gran parte del
catálogo de Discipline Global Mobile. Mención ultra especial merecen las
ediciones bucaneras de esos impresionantes boxsets
de los discos de In the Court of the
Crimson King, Larks’ Tongues in Aspic y The Road to Red. Por menos de
$1,500 pesos, se podían adquirir cerca de 60 discos, con todas las versiones
habidas y por haber de “Epitaph”, “Red” y “Larks’ Tongues in Aspic”. Es extraño
que el mismo Fripp no haya salido a reclamar su moche a los vendedores apócrifos.
Esa clásica expresión cuando sabes que esos piratas van a necesitar quemadores nuevos para el próximo boxset con 300 discos. |
Volviendo a la audiencia, fue uno de esos recitales en los
que muchos de los asistentes se conocen entre sí, porque todos forman parte del
círculo de fanáticos del rock progresivo en México. Playeras de Il Balleto Di
Bronzo, Van der Graaf Generator, Genesis, Porcupine Tree (and, of course, Steven Wilson), Le Orme, Jethro Tull, Tool, Alan
Parsons, David Bowie (con quien Robert Fripp colaboró en varias ocasiones) y
demás bandas similares fueron desempolvadas para la ocasión. Saludos, abrazos
fraternales y reuniones de viejos amigos se veían en cada esquina del teatro.
Acerca de la controversia causada por la política estricta,
impuesta por el mismísimo Mr. Fripp, de “no fotografías dentro del teatro”,
creo que muchos exageraron el asunto. Ante el anuncio previo, en español y en
inglés (grabado por Fripp, en donde nos pidió “guardar esos maravillosos
dispositivos electrónicos”), era común escuchar a varios asistentes decir
“¡mamones!” y demás frases similares, pertenecientes a la jerga mexicana.
Muchos otros tomaron acción y comenzaron a En primer lugar, King Crimson impuso
esa norma desde los noventa, al menos, cuando todavía era poco común contar con
equipos portátiles de grabación de cualquier tipo. Y, en segundo lugar, por muy
esnob que parezca, en esta ocasión
estoy del lado de Fripp. Con el auge de la tecnología móvil, con dispositivos
que nos permiten grabar todo, en todo momento, parece que asistimos a los
conciertos únicamente a grabar lo que sucede, en lugar de…vivirlo. Claro, es
emocionante tener una evidencia de que asistimos a ver a nuestro grupo/artista
favorito, pero no debe sustituir la experiencia de vivirlo y poner atención en
todo momento, con todos nuestros sentidos. Siempre recordaré una frase que dijo
una fanática, quien vino a la Ciudad de México desde Perú para ver a El Jefe Springsteen en 2012:
“¿Para qué
grabo lo que pasa en el concierto? A Bruce, ya lo he visto muchas veces en
video. Vine aquí a verlo con mis propios ojos”.
Y así, con discusiones entre el equipo de seguridad y los
“fotógrafos amateurs” aferrados, el concierto dio inicio.
Durante: El profe Fripp
Al lado mío, un par de asistentes (quienes parecían haber
llegado directo de la oficina, con look “Godínez de alto nivel” (sí, incluso
entre los Godínez hay estratos)
comenzaron a hablar acerca del atuendo de la banda. Cada uno de los músicos
salió a escena vestido de traje y chaleco, de manera muy formal. Los Godínez dijeron que míster Fripp parece
más un profesor universitario que un músico de rock. Y tienen razón. Incluso
dicha definición va más allá, pues Fripp ha dado clases magistrales de guitarra
en nuestro país.
Pero más allá del atuendo, lo sobresaliente es la forma en
la que interactúa la banda. Los ocho músicos son ultra profesionales (Robert Fripp, líder y guitarra; Mel Collins, saxofón, flautas y demás: Tony Levin; Pat Mastelotto, batería; Gavin Harrison, batería; Jakko
Jakszyk, voz y guitarra; Jeremy
Stacey, batería; Bill Rieflin, teclados)
e interpretaron composiciones de casi (en un momento hablaremos de esto más a
detalle) toda las etapas del Rey Carmesí.
En cuanto a las interpretaciones puntuales, pueden darse una
idea si escuchan el disco triple Radical
Action To Unseat the Hold of Monkey Mind (¡sic!). Salvo algunos cambios en el setlist, los arreglos son similares. Por ello, procederé a
mencionar algunos puntos particulares:
- El uso de tres baterías es impresionante. Al menos, de forma visual, es realmente maravilloso ver cómo cada baterista toca una parte diferente. Sin embargo, a menos que se ponga mucha atención, pocas son las composiciones que se benefician de este hecho. Una de ellas es “Red”, la cual adquiere un ritmo diferente al arreglo clásico y, por lo mismo, toma un punch extra.
- “Lizard”, “Islands”,” The Letters” y “Sailor’s Tale” no me causaron mucha emoción. No sé por qué Fripp le tomó tanto cariño a esta etapa particular de King Crimson en años recientes. Claro, las interpretaciones fueron impecables, como todas, pero son de esos temas en los que la forma superaba a la sustancia. Por ejemplo, “Starless” también es un tema pretencioso y bombástico, pero tiene una gran melodía y un gran crescendo. Estos temas, no. Ni en su versión en estudio me parecían interesantes y en vivo no cambió esa impresión.
- La voz de Jakko. Tiene dos cosas, una buena y una mala. La mala es que no está al nivel de Lake o Wetton o Belew (aunque, siendo justos, Crimson ha tenido excelentes vocalistas, los cuales son difíciles de igualar). La buena es que NO intenta emular a Lake, Wetton o Belew. Algunas composiciones sufren un poco por la voz de Jakszyk (por ejemplo, “Indiscipline”; sólo Belew lograba dar esa interpretación el toque justo de “paranoia”). Pero, en general, es un buen y, en ocasiones, gran vocalista. En especial, su voz se adecuó muy bien a la versión de “Heroes”.
- Esta no sería una reseña si no mencionara lo que todo mundo mencionó: Mel Collins incluyó un breve fragmento del Himno Nacional Mexicano en la primera pieza, “Larks’ Tongues In Aspic” (en cada país que visita, incluye un fragmento de su himno nacional). Listo. Prosigamos.
- Sé que mucha de la música de King Crimson en compleja, pero los temas que se incluyeron en el setlist de esta gira no parecen requerir de un Tony Levin en el bajo, quien, a mi modo de ver, está un poco subutilizado.
- La etapa de los ochenta (Discipline, Beat y Three of a Perfect Pair) está criminalmente subrepresentada. Sólo “Neurotica” y “Indiscipline” se colaron. Sí, tal vez ese material sea muy “pop”, “ligero” y “luminoso” para el combo actual (el cual se centra en tocar muchos temas más oscuros y complejos) pero no dejan de ser parte de la historia del grupo. Como si Fripp intentara borrarlos. Bueno, pues c’est la vie.
- Otro espectáculo visual es ver a Fripp, tocando esos riffs metálicos, sentado y con expresiones mínimas en su rostro. Sí, así siempre aparece en los videos de la banda, pero verlo es algo en verdad increíble. Profesionalismo y concentración puros.
- Ya que estamos en temas extra-musicales, ¿qué onda con Bill Rieflin? Ahora, en la posición de tecladista, el maravilloso baterista (quien formó parte de Ministry en sus “años dorados”), su función, después de regresar a Crimson, es casi imperceptible. Y, ¿era sólo mi impresión o tenía cara como de estar enojado o aburrido?
- Tal vez "Easy Money" sea la canción más representativa del grupo en la actualidad. ¿Por qué? ¡Por los precios de su mercancía oficial! $400 pesos por una playera, $900 por el set de discos...no cabe duda que ese Fripp tiene visión.
"Estoy feliz". |
Después: Rock
progresivo vs el mundo
El año pasado asistí al concierto de The Who en la Ciudad de
México. El enfoque no puede ser más distinto. El mismo Pete Townshend ha
comentado en diferentes ocasiones que los conciertos “son formas en las que se
congrega la gente”. Y se nota en el concierto y en cómo lo desarrolla, cómo
toca la guitarra y cómo interactúa con el público. Al final, para Townshend, la
música es una forma de catarsis, un vehículo para externar sus pensamientos y
sentimientos. Una forma de comunicarte con el otro.
Fripp, por otro lado, demanda que pongas atención a la
música. Que escuches y entiendas cada nota de cada tema. Para él, la música es
el fin. La música, por sí misma, debe causarte Este enfoque es diametralmente
opuesto y se nota hasta en la forma en cómo conduce el concierto. Nula
interacción, sin comentarios entre canciones, nada de lo que es usual en
conciertos de música rock. Es decir, todo lo que era motivo de queja de la
prensa especializada cuando surgió este subgénero: nada de sentimientos, puras
pretensiones, puro intelecto.
Y, antes de que me acusen de quejarme por la forma en la que
Fripp conduce sus conciertos, quiero decirles que no, no es queja. Al
contrario, aplaudo y doy la bienvenida a este tipo de conciertos, un tanto
distantes y super duper
profesionales. ¿Por qué? Por una razón muy sencilla: el rock, al menos en algún
tiempo, acogía todo tipo de música, poses, opiniones, formas de ver el mundo. Esa
noche de viernes, como ocurre en cada concierto, King Crimson nos mostró la
forma en la que este grupo ve el mundo. Tan válida como la de Townshend o la de
Joey Ramone o la de Morrissey o la de Depeche Mode o la de U2.
Y eso, queridos lectores, es lo mágico del rock.
Y sí, tocaron "Fallen Angel". BEST.CONCERT.EVER.
Setlist:
Set 1:
Larks' Tongues in Aspic, Part One
Neurotica
Cirkus
Lizard
Hell Hounds of Krim
Red
Fallen Angel
Islands
Larks' Tongues in Aspic, Part Two
Set 2:
Indiscipline
The ConstruKction of Light
Banshee Legs Bell Hassle
Easy Money
Interlude
The Letters
Sailor's Tale
Meltdown
Radical Action II
Level Five
Starless
Encore:
The Court of the Crimson King
"Heroes"
21st
Century Schizoid Man