1. Our Song; 2. Sea
Shell and Stone; 3. Red Stuff Writhe 4. A Gentle Breeze Blew Through
Life; 5. Lick Your Partners; 6. Bridge Passage for Three Plastic Teeth; 7. Chain of Life 8. The Womb Bit; 9. Embryo Thought; 10.
March Past of the Embryos; 11. More Than Seven Dwarfs in Penis-Land; 12. Dance
of the Red Corpuscles; 13. Body Transport; 14. Hand Dance — Full Evening Dress;
15. Breathe; 16. Old Folks Ascension; 17.
Bed-Time-Dream-Clime; 18. Piddle in Perspex; 19. Embryonic Womb-Walk; 20. Mrs.
Throat Goes Walking; 21. Sea Shell and Soft Stone; 22.
Give Birth to a Smile.
El primer álbum en solitario de Roger Waters
es una colaboración con Ron Geesin, quien colaboró con Pink Floyd en el disco Atom Heart Mother. La incursión del
bajista en las bandas sonoras no era nueva:Pink Floyd, para 1970, ya había
grabado la banda sonora More. Este
disco es una banda sonora de un documental sobre el cuerpo humano (de ahí el
título). Debo confesar que no lo he visto y tal vez no lo haga en un futuro
cercano (es curioso que las bandas sonoras que grabó Pink Floyd sean más
conocidas que las películas a las que pertenecían).
Lo que nos concierne por el momento es la
música. ¿Cómo suena este disco? Pues justamente como eso, como una banda sonora
un tanto…” curiosa”. Verán, en realidad son pocos los tracks que pueden considerarse canciones; la mayoría de los temas
en realidad son fragmentos (muchos no rebasan los tres minutos de duración) de
lo que podría considerarse como una “mini-suite”. La orquestación de la mayoría
de los temas es muy similar a la suite “Atom Heart Mother”. Si han escuchado
ese álbum, la gran parte de este disco les será familiar. En muchas de estas
piezas, lo más recurrente son guitarras, coros y violines que, en muchas
ocasiones, suenan demasiado dramáticos; supongo que ese era el efecto deseado
pero que puede llegar a ser repetitivo.
Tal vez lo más interesante en las piezas
compuestas sólo por Geesin es que, en ellas, se incluyen varios sonidos
provenientes del cuerpo humano. Por ejemplo, el primer track se llama,
adecuadamente, “Our Song”, y en él hay sonidos de flatulencias, resoplidos,
voces, risas, con una parte de piano como fondo. En este apartado, una pieza
interesante es “Body Transport”, que se compone únicamente de susurros, sonidos
de respiración y voces, por casi tres minutos. No sé si se pueda considerar
“música” en el sentido estricto, pero es interesante escuchar algo así, al
menos una vez. Además, me recuerda a algunos de los efectos que el mismo Pink
Floyd utilizó en varias de sus canciones.
La otra parte del disco se compone en temas
puramente escritos por Waters, los cuales son cuatro: “Sea Shell and Stone”,
“Chain of Life”, “Breathe” y “Give Birth to a Smile”. Los tres primeros son muy
similares entre sí y siguen la misma vena que las primeras composiciones
“solistas” de Waters en el grupo (como “If” y “Grantchester Meadows”); es
decir, baladas acústicas. Tal vez la más notable, por tener un carácter un poco
más “serio”, es “Chain of Life”. Especialmente, la parte que inicia con “Your
child is growing fast…” tiene un carácter solemne, pero, en una forma extraña,
enternecedor. Al final, estas tres canciones no son esenciales en el catálogo
de Waters, ya que no aportan nada nuevo a lo que ya había escrito en Pink Floyd,
pero no son malas por sí mismas.
Esto nos lleva al comentario más atrevido que
leerán en esta reseña. Y es que el tema final, “Give Birth to a Smile”, SÍ se
puede considerar como la única canción relevante del disco, especialmente en el
repertorio solista de Roger. Al final, sólo es una breve canción con toques de
góspel y rock (incluso las coristas añaden un buen toque al tema). Es más, me
atrevería a decir que este tema es el precursor natural de varias canciones del
Dark Side of the Moon. La línea de
guitarra es muy buena (al parecer, por parte de Gilmour, aunque no quede
escrito en los créditos), el verso que da título a la canción es pegajoso y es
una de las pocas veces, al menos hasta este punto, en el que Waters escribe
algo que puede transmitir un sentimiento. Esta pieza funciona como la
culminación del álbum (aunque no sé sea de manera similar en el documental),
pero suena como un verdadero himno que rinde tributo a la vida. Bien por Roger.
Aun así, no recomendaría que fueran corriendo
a comprar este disco. Tal vez, sólo sea una tarea de fanáticos de hueso
colorado del buen bajista. Sí pueden, compren de manera digital (claro, si es
que está disponible en ese formato) “Give Birth to a Smile” y ahórrense un
álbum completo que, si bien no es desagradable, en realidad, no es esencial. ¡Y
cuidado amigos! A menos que desayunen, coman y cenen con música de Waters, no
vayan a pagar los precios estúpidamente altos que algunos piden por este CD.
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