1. When We Were Young; 2. Déjà Vu; 3. The Last
Refugee; 4. Picture That; 5. Broken Bones; 6. Is This the Life We Really Want?; 7. Bird in a Gale;
8. The Most Beautiful Girl; 9. Smell the Roses;
10. Wait for Her; 11. Oceans Apart; 12.
Part of Me Died
El 2017 ha sido un año productivo para los “dinosaurios”
del rock. Y, aunque parezca que algunos de ellos sólo estrenan discos para
salir de gira y ganarse unos cuantos dólares, la mayoría de ellos tienen un
objetivo, ya sea pequeño o grande. Por ejemplo, Americana, de Ray Davies, es una especie de tributo a la música
estadunidense y su influencia en la obra de los Kinks; Novum, de Procol Harum, sirve para recordarnos que Gary Brooker es
uno de los mejores (y más infravalorados) compositores del rock; Triplicate, de Bob Dylan, sirve para
demostrarnos que las canciones del Tin
Pan Alley no necesitan una voz como la de Sinatra; incluso el año pasado,
David Bowie y Leonard Cohen editaron sus últimas obras, como una manera de
despedirse de este mundo. Demonios, incluso Fripp y King Crimson, con su disco
triple Radical Action to Unseat the Hold
of Monkey Mind intenta demostrarnos que sigue tocando tan bien como hace
cuarenta años y que la obra del grupo tiene coherencia a pesar del cambio
constante de miembros. Eso sí, decidir si cada disco cumple o no con su
objetivo, depende de cada uno de los escuchas.
¿Por qué tanto rollo para una reseña? Pues
verán, de todos los discos mencionados, This
Is the Life We Really Want? es el peor. Sé que con las reseñas positivas
que ha cosechado este álbum (y con la “pasión” de los fanáticos de Waters y
Pink Floyd) muchas querrán comenzar a mandarme correos electrónicos de odio,
pero es la verdad. No encuentro la razón objetiva de tantas críticas positivas
para un álbum tan flácido, aburrido y carente de objetivo. Sólo puedo
explicarlo por el amor que se tiene por la música de Pink Floyd (no me
malinterpreten: amo esos álbumes clásicos tanto como cualquiera). O tal vez se
deba a que todo el mundo deseaba un nuevo álbum de Waters, en estos tiempos
oscuros y llenos de miedo. Pero no, lo siento, este disco no es bueno.
Hay que quitar del camino lo que ya sabemos:
Waters nunca ha sido maestro en la confección de melodías memorables ni ha sido
un gran poeta (con esa actitud tan pedante y condescendiente, ni en sus buenos
tiempos estuvo al nivel de Keith Reid, Bob Dylan o Peter Gabriel); tampoco ha
sido un virtuoso. Pero esos problemas los enmascaraba con su capacidad de crear
conceptos absurdos pero interesantes o con efectos especiales o con comentarios
sociales agudos. Pero este álbum se niega a presentarnos una sola idea musical
nueva u original, los comentarios sociales son predecibles y los efectos de
sonido son casi inexistentes. ¡Y las letras! No comencemos con las letras. Si quieren darse una idea del nivel
de las letras, revisen el track que
da título al álbum (“The ants don't have enough IQ to differentiate between/The
pain that other people feel”…”So, like the ants, are we just dumb?/ Is that why
we don't feel or see?/Or are we all just numbed out on reality TV?” ¡Oh, gracias Roger por abrirme los ojos, yo siempre había pensado que
las hormigas tenían suficiente CI para eso y muchas más cosas!). ¿Todavía no se convencen? ¿Qué tal
esto: “If I had been God/With my staff and my rod/If I had been given the nod/I
believe I could have done a better job”? No sé acerca de
la existencia de Dios, pero tampoco estaría tan seguro de que Mr. Waters haría
un mejor trabajo…
¡Peor basta de letras! La música es lo que
importa y aquí es donde hay más malas noticias. La mayoría de los temas carecen
de una melodía interesante; después de escuchar el disco varias veces, ninguno
de los temas se me ha quedado grabado. Incluso las baladas acústicas, tan del
gusto de Waters, son olvidables: ninguna se acerca, siquiera, al nivel de
“Watching TV” del Amused to Death o
de los temas de Music from The Body
y eso que no eran la gran cosa.
Al final, sólo hay tres temas que ofrecen algo
interesante, de manera relativa y considerando que se basan en reciclar ideas
viejas. “Picture That” se basa (sin el más mínimo intento de disimularlo)
efectos de sonido de “One of These Days” y “Echoes”. El tema titular cuando
menos tiene un línea de bajo y una parte de saxofón que brindan cierta
atmósfera de tensión. “Smell The Roses” es un tema roquero que suena como una
mezcla entre “Time” del Dark Side y
los temas de Animals. ¿Pero para que acudir a Is This the Life We Really Want? cuando podemos ir directamente a
la fuente y poner a girar ese par de álbumes? Lo más grave del asunto es que
probablemente sea el último álbum en estudio del buen Roger y sería una pena
terminar una carrera (al menos, en el estudio de grabación) de forma tan
lánguida.
Además, todos sabemos que Waters podría seguir
llenando estadios durante años sólo con el material de Pink Floyd. Tal vez sólo
quería ganar unos cuantos dólares sin necesidad de salir “a la carretera”…y no
hay nada de malo con eso, pero Is This
the Life We Really Want? pudo ser mejor. Parece que se escribió y grabó sin
mucho interés. Sólo pregúntense esto: ¿ven que sea posible que este álbum se
reedite en 20 años, como pasó con Amused
to Death?
Así que, eviten este álbum a toda costa. Ni
siquiera creo que pueda ser recomendable para los fanáticos aferrados de Waters
o de Floyd.
¡Ah, lo olvidaba! A pesar de todo, sí hay una
joya lírica en el álbum: “Picture a cathouse with no fucking whores”. Ese
mundo, estoy seguro, es uno en el que muchos NO querrían vivir.
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