jueves, 20 de julio de 2017

Roger Waters: Is This the Life We Really Want? (2017)


1. When We Were Young; 2. Déjà Vu; 3. The Last Refugee; 4. Picture That; 5. Broken Bones; 6. Is This the Life We Really Want?; 7. Bird in a Gale; 8. The Most Beautiful Girl; 9. Smell the Roses; 10. Wait for Her; 11. Oceans Apart; 12. Part of Me Died

El 2017 ha sido un año productivo para los “dinosaurios” del rock. Y, aunque parezca que algunos de ellos sólo estrenan discos para salir de gira y ganarse unos cuantos dólares, la mayoría de ellos tienen un objetivo, ya sea pequeño o grande. Por ejemplo, Americana, de Ray Davies, es una especie de tributo a la música estadunidense y su influencia en la obra de los Kinks; Novum, de Procol Harum, sirve para recordarnos que Gary Brooker es uno de los mejores (y más infravalorados) compositores del rock; Triplicate, de Bob Dylan, sirve para demostrarnos que las canciones del Tin Pan Alley no necesitan una voz como la de Sinatra; incluso el año pasado, David Bowie y Leonard Cohen editaron sus últimas obras, como una manera de despedirse de este mundo. Demonios, incluso Fripp y King Crimson, con su disco triple Radical Action to Unseat the Hold of Monkey Mind intenta demostrarnos que sigue tocando tan bien como hace cuarenta años y que la obra del grupo tiene coherencia a pesar del cambio constante de miembros. Eso sí, decidir si cada disco cumple o no con su objetivo, depende de cada uno de los escuchas.

¿Por qué tanto rollo para una reseña? Pues verán, de todos los discos mencionados, This Is the Life We Really Want? es el peor. Sé que con las reseñas positivas que ha cosechado este álbum (y con la “pasión” de los fanáticos de Waters y Pink Floyd) muchas querrán comenzar a mandarme correos electrónicos de odio, pero es la verdad. No encuentro la razón objetiva de tantas críticas positivas para un álbum tan flácido, aburrido y carente de objetivo. Sólo puedo explicarlo por el amor que se tiene por la música de Pink Floyd (no me malinterpreten: amo esos álbumes clásicos tanto como cualquiera). O tal vez se deba a que todo el mundo deseaba un nuevo álbum de Waters, en estos tiempos oscuros y llenos de miedo. Pero no, lo siento, este disco no es bueno.

Hay que quitar del camino lo que ya sabemos: Waters nunca ha sido maestro en la confección de melodías memorables ni ha sido un gran poeta (con esa actitud tan pedante y condescendiente, ni en sus buenos tiempos estuvo al nivel de Keith Reid, Bob Dylan o Peter Gabriel); tampoco ha sido un virtuoso. Pero esos problemas los enmascaraba con su capacidad de crear conceptos absurdos pero interesantes o con efectos especiales o con comentarios sociales agudos. Pero este álbum se niega a presentarnos una sola idea musical nueva u original, los comentarios sociales son predecibles y los efectos de sonido son casi inexistentes. ¡Y las letras! No comencemos con las letras. Si quieren darse una idea del nivel de las letras, revisen el track que da título al álbum (“The ants don't have enough IQ to differentiate between/The pain that other people feel”…”So, like the ants, are we just dumb?/ Is that why we don't feel or see?/Or are we all just numbed out on reality TV?” ¡Oh, gracias Roger por abrirme los ojos, yo siempre había pensado que las hormigas tenían suficiente CI para eso y muchas más cosas!). ¿Todavía no se convencen? ¿Qué tal esto: “If I had been God/With my staff and my rod/If I had been given the nod/I believe I could have done a better job”? No sé acerca de la existencia de Dios, pero tampoco estaría tan seguro de que Mr. Waters haría un mejor trabajo…

¡Peor basta de letras! La música es lo que importa y aquí es donde hay más malas noticias. La mayoría de los temas carecen de una melodía interesante; después de escuchar el disco varias veces, ninguno de los temas se me ha quedado grabado. Incluso las baladas acústicas, tan del gusto de Waters, son olvidables: ninguna se acerca, siquiera, al nivel de “Watching TV” del Amused to Death o de los temas de Music from The Body y eso que no eran la gran cosa. 

Al final, sólo hay tres temas que ofrecen algo interesante, de manera relativa y considerando que se basan en reciclar ideas viejas. “Picture That” se basa (sin el más mínimo intento de disimularlo) efectos de sonido de “One of These Days” y “Echoes”. El tema titular cuando menos tiene un línea de bajo y una parte de saxofón que brindan cierta atmósfera de tensión. “Smell The Roses” es un tema roquero que suena como una mezcla entre “Time” del Dark Side y los temas de Animals.  ¿Pero para que acudir a Is This the Life We Really Want? cuando podemos ir directamente a la fuente y poner a girar ese par de álbumes? Lo más grave del asunto es que probablemente sea el último álbum en estudio del buen Roger y sería una pena terminar una carrera (al menos, en el estudio de grabación) de forma tan lánguida.

Además, todos sabemos que Waters podría seguir llenando estadios durante años sólo con el material de Pink Floyd. Tal vez sólo quería ganar unos cuantos dólares sin necesidad de salir “a la carretera”…y no hay nada de malo con eso, pero Is This the Life We Really Want? pudo ser mejor. Parece que se escribió y grabó sin mucho interés. Sólo pregúntense esto: ¿ven que sea posible que este álbum se reedite en 20 años, como pasó con Amused to Death?

Así que, eviten este álbum a toda costa. Ni siquiera creo que pueda ser recomendable para los fanáticos aferrados de Waters o de Floyd.

¡Ah, lo olvidaba! A pesar de todo, sí hay una joya lírica en el álbum: “Picture a cathouse with no fucking whores”. Ese mundo, estoy seguro, es uno en el que muchos NO querrían vivir. 

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