El mejor trabajo de Raymond Douglas Davies es, y siempre
será, el que realizó con The Kinks. Este es un hecho irrefutable, como que el
sol ilumina el día y la luna la noche. Pero eso se tratará en la sección correspondiente
a dicho grupo británico. Otro hecho, que es más relevante en esta sección, es
que Ray Davies es un genio. Dicha genialidad también se asoma en la breve, pero
recomendable, discografía solista.
Es cierto que, durante gran parte de los setenta y de los
ochenta, The Kinks básicamente era el grupo de Ray. Claro, estaba la guitarra
de su carnal Dave, pero las ideas, canciones y conceptos eran puro producto de
la mente de Ray. Y, como todos los grandes grupos que sólo tienen a un genio
entre sus filas (como Jethro Tull o The Who), hay un momento en el que las
ideas no son suficientes para llenar un álbum entero. O bueno, sí hubieran llenado un disco entero,
pero habría tenido que pasar una década entera para juntar todas esas ideas y
melodías. Para la mala fortuna de dichos
grupos, los contratos discográficos y una falta de “control de calidad” (es
decir, que todas las ideas del líder se grababan, debido a la falta de colaboración
de los demás integrantes). Esto es algo que muchos críticos le reprochan a Ray:
que echó la reputación del grupo por la borda gracias a una serie de álbumes
mediocres cuando, lo mejor, hubiera sido seguir su carrera en solitario.
Sin embargo, los “hubiera” no existen y aquí estamos
reseñando la discografía del señor Davies (perdón, es Sir Davies, por si no lo
sabían; pues bueno, espero que ahora ya lo sepan). Como lo dije en el primer
párrafo, el genio de Ray es tan grande, que incluso brilla en sus discos más
mediocres. Y por eso es que vale la pena reseñar su discografía solista. Aunque
no es muy grande ni ha sido muy prolífico, lo interesante de sus álbumes
solistas es que se siente una especie de “libertad” de poder grabar solo, sin
la necesidad de “preservar” el espíritu Kink.
Es decir, en sus discos solistas, raramente encontraremos ese sonido metálico y
heavy que The Kinks utilizó a lo largo de los ochenta. A pesar de que suene
como a una blasfemia, el hecho de que el carnal Dave no esté presente es una
bendición disfrazada. Sin él, los discos de Ray no incluyen riffs genéricos o aburridos.
Al contrario, el hecho de tener un sonido un poco más suave,
permitió que Ray pudiera volver, al menos en espíritu, a la época en la que
escribía de manera introspectiva, digamos, en ese periodo entre Something Else y Muswell Hillbillies. Las letras volvieron a ser incisivas y
directas, llenas de comentarios sociales, pero adaptadas a los nuevos tiempos.
La creación de melodías también volvió a ser inspirada; claro, tal vez no
encontremos un tema como “Waterloo Sunset”, pero si tenemos “Return to Waterloo”.
Y claro, todo esto aderezado por la voz tan cándida y cálida. Es difícil escuchar
una canción de Ray y no sentir empatía por lo que esté cantando.
La recomendación aquí es clara. Si eres fanático de la
música de The Kinks, no debes ni dudar en adquirir los discos de Ray en
solitario. Y, tal vez esta recomendación sea más aventurada, pero, aunque no
conozcas la música de su antiguo grupo, creo que tampoco le viene mal tener un
par de álbumes de Ray Davies.
Por si quieren saber, todavía está en activo y este 2017,
estrenó nuevo álbum. Si esto no es digno de celebración, ¡entonces nada lo es!
Discografía:
1985: Return To Waterloo
2006: Other People’s Lives
2007: Working Man’s Café
2010: See My Friends
2017: Americana
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